Dr. Fernando A. Herrera M.
Todo Presidente genera mitos, se dice de ellos muchas verdades, pero más mentiras. Hoy abordaré el tema con uno, que dicen fue muy apreciado, pero que también muy represor de opositores: Adolfo López Mateos (ALM), era la comidilla, como todos, de la sociedad que gusta de hablar bien o mal o hasta de inventar sobre los presidentes. De ALM: Que era apuesto, que viajaba mucho, que estaba enfermo, que sufría de migraña crónica. ALM, es recordado por la nacionalización de la industria eléctrica, pero se dice qué hay una carta, de su puño y letra, de la cual pretenden esgrimir lo supuestamente escrito para defender su praxis política en esa materia. Así que utilizan esa carta, tanto Andrés Manuel López Obrador, como sus aliados de Morena, pero resulta qué tal carta o escrito es falso. Y es que no existe evidencia documental de la carta, atribuida a ALM sobre la nacionalización de la electricidad en 1960. La carta de marras dice, según sus propagadores: Pueblo de México: Les devuelvo la energía eléctrica, que es de la exclusiva propiedad de la Nación, pero no se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros. Esa retórica no va y desentona con un sobrio estilo, que se distinguía por institucional, que López Mateos utilizaba en sus discursos. Por lo tanto, no es de creer que dejara para el futuro una arenga así; cita: “pueblo de México, los dispenso de toda obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos energéticos a intereses ajenos a la nación”. El presidente debe saber la verdad, pero ordena y él mismo lo hace, que las repitan como ciertas, se atreven y atribuyen con descaro, que esas palabras fueron escritas y pronunciadas por ALM, el mismo día que formalizó la nacionalización de la industria eléctrica. De haber ocurrido, frases tan vehementes habrían sido objeto de la nota principal a 8 columnas en la prensa de aquel septiembre de 1960. Sin embargo, en la hemeroteca nacional, se puede constatar que en las primeras planas de Excélsior, El Nacional y El Universal del 28 de septiembre de aquel año, no registran una sola palabra de ese supuesto mensaje. El discurso que López Mateos (ALM) dijo el día anterior en el Zócalo fue un llamado a la sociedad para aprovechar la energía eléctrica en beneficio de la época de industrialización e impedir que se contaminara por la corrupción. La susodicha carta tampoco es mencionada en la revista Política, que había nacido en mayo de 1960. Luego no hay ningún registro en Los presidentes de México ante la nación, una compilación que se editó en 1966 por la Cámara de Diputados, que aglutina los documentos y discursos relevantes de cada titular del Ejecutivo Federal. Más, todavía, no hay una sola referencia a esa carta de Adolfo López Mateos, en una vida dedicada a la política, que coordinó Rogelio Hernández Rodríguez para El Colegio de México. Otra prueba que desmiente al séquito de AMLO y a él mismo, en “La presidencia imperial” de Enrique Krauze, en la que otorga un amplio espacio a ALM. Y si hay duda, también pueden buscar en la época conocida como El desarrollo estabilizador; en “reflexiones sobre una época” del parralense Antonio Ortiz Mena, que fue secretario de Hacienda en ese gobierno y en el siguiente. La profesora Soledad Loaeza, estudiosa del sexenio de ALM, publicó el 26 de abril en el sitio de Nexos: “Es difícil creer que escribiera un texto cuyo objetivo es realzar una fractura real o ficticia entre los mexicanos”.
El presidente López Obrador se atrevió a leer en público esa carta, aunque, luego, él mismo, expresó reservas sobre su autenticidad. En su libro “A la mitad del camino” (2021) reproduce un fragmento diciendo: “real o imaginario, el documento es una joya” (p. 21). El problema no es la joya sino que es circonia y la luce como diamante. Fernando García Ramírez, considera: “todo apunta a que la supuesta ‘carta’ es falsa, y a qué López Obrador persigue a la oposición a partir de un documento apócrifo” publicado en El Financiero, el 2 de mayo.
El historiador Harim B. Gutiérrez, de la UAM Xochimilco, mostró en un Twitter diversas fuentes que no mencionan esa carta y concluyó: “El estilo con el que el documento está escrito no corresponde con el que usaba el presidente López Mateos, y tampoco es acorde a las políticas o la conducta que en general llevaba ALM en su gobierno”, ni en el de sus colaboradores.
Se cree que el primero en denunciar la falsedad de la carta fue el diseñador Cuauhtémoc Conteras García, el 20 de mayo de 2020 en su blog “Notas para el fin del mundo”, en un texto que también publicó la revista etcétera, en esa publicación escribió: que la carta apócrifa la inventó Gabriela Rodríguez, militante de Morena, en un artículo de La Jornada. Lo que hizo esa mujer fue tomar dicha carta del libro Adolfo López Mateos: “Una nueva historia (Planeta, 2013, 216 pp.) de Emilio Arellano”.
Allí el origen de la mitificada carta. Arellano dice que es descendiente de López Mateos y relata en su libro episodios de la vida del ex presidente, aparentemente recordados por familiares suyos, pero no contiene una sola fuente documental. En varios pasajes el autor intenta narrar lo que pensaba López Mateos de algún asunto, sin explicar su clarividencia, porque no revela, como se dijo, ninguna fuente.
En su libelo, en la página 167, Emilio Arellano transcribe “la falsa carta” y argumenta, sin base alguna, que son las palabras de Adolfo López Mateos, cuando el 27 de septiembre de 1960, al nacionalizar la industria eléctrica, en la plaza principal de la Ciudad de México, se dirigió al pueblo en los siguientes términos, tan impactantes como vigentes. Quise consultarle al señor Arellano la fuente de ese documento pero no conseguí localizarlo a través de su editorial. En cambio sí lo halló el reportero Jon Martín Cullell (El País, 2 de mayo). Arellano asegura que en casa de la hija de ALM, guardada en una cartera con otros objetos, encontró “una hoja suelta que parecía arrancada de una libreta”. Era “un borrador con ideas, más que otra cosa” dice, y asegura que simplemente lo transcribió, sin conservar fotografía ni copia de ese texto. Arellano no presenta esa pretendida carta como si fueran notas, sino como el discurso en el Zócalo. Para darle verosimilitud escribió en su libro que un ayudante de ALM, Gabriel Castillo, lo escuchó “en sus deliberaciones patrióticas”. A Cullell, le contó que al encontrar “esa hojita” estaba con Castillo, quien “me dijo que el expresidente se paró en el Zócalo y se puso a leer la hojita”.
El reportero de El País hizo bien su trabajo y buscó a Castillo, pero resultó que el ex colaborador de ALM no recuerda haber estado presente en la visita de Arellano a la casa de los López Mateos ni tampoco haber visto la hoja que encontró Arellano.
En resumen, la supuesta carta de López Mateos es una falsedad, pero no la inventaron los propagandistas de la llamada 4T, pero sí la han propalado de manera precipitada e irresponsable porque va de la mano con la persecución contra quienes no respaldaron su fallida reforma eléctrica.
Terquedades
Miente Emilio Arellano y se aprovecha de la mentira la morenista Gabriela Rodríguez con “ayuda” del oficialista periódico “La Jornada” para darle una herramienta que sin empacho usan el presidente y sus tribus para mentir a los mexicanos. Por si fuera poco, ¿acaso no saben qué Don Adolfo fue campeón de oratoria? Busquen en hemerotecas de la revista Hoy, Mañana y la muy influyente Siempre!, de José Pages Llergo, y comprobarán fácilmente que no reportaron una sola letra de la tal cartita.
La de regalo
Saben si es cierto que Adolfo López Mateos participó con Vasconcelos y en lucha Cristera?
¡¡¡ Salvemos a México, somos mayoría !!!
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