La guerra está declarada 

Muy buen día, le saluda Fernando Antonio Herrera Martinez, esto es Sota, Caballo y Rey. 

Para el Presidente la Iglesia no es rival, al menos eso se entiende por la forma en que ha respondido a sus demandas y, ahora aireados reclamos. El presidente no ha dicho abiertamente que es masón, aunque lo es, y nada hay que criticar por ello, pero atropellar a todos los jerarcas de la Iglesia Católica, como lo hizo, cuando muy molesto les dijo: “están apergollados por la oligarquía mexicana” y luego les cuestionó: “por qué en tiempos de Calderon callaron”. Sin duda la actitud agresiva y retadora del presidente desencadena una cruzada católica en contra de su política pública en seguridad y, de paso, contra su gobierno y la 4T. Por lo pronto no hay diálogo y, no lo hay, por que el Presidente, terco y necio, como es, expresó tajante que no habrá cambio en su política de abrazos, por lo que cierra la puerta a cualquier arreglo. Los dirigentes de la Iglesia lo entienden y tampoco han considerado nombrar un interlocutor, pues el Presidente no escucha a nadie. Enfrentarlo, no es cosa de Cardenales, Obispos y demás miembros de la jerarquía, así que la estrategia será diferente, y le harán frente a su manera y desde cada parroquia o lugar de reuniones con la feligresía. Enemigos de peligro? Ya lo sabremos, por lo pronto la guerra está declarada. El primer acto bélico fue la reunión en la que La Conferencia del Episcopado Mexicano convocó a Cardenales, Obispos, Sacerdotes, monjas, franciscanos y jesuitas y a toda persona de vida religiosa, fieles y creyentes a realizar una Jornada de Oración por la Paz, por los asesinatos y desapariciones que ocurren diariamente. También emitieron un comunicado, en el que resaltaron que asesinatos y desapariciones son un llamado de Dios para unirse. El único camino  que nos deja la negativa del Presidente es permanecer unidos y solidarios con la indignación de nuestro pueblo por la barbarie y la violencia. Por ello, estamos obligados a abrir una puerta para La Paz, por lo que se les pide que en las misas del 10 de julio se honre la memoria de las víctimas y ofrecer la intención de la eucaristía por su vida. También pondrán las fotos de hombres y mujeres que han perdido su vida por el pueblo de Dios y han recibido una muerte violenta. Les pidieron que durante el mes de julio celebren misas u oraciones en las comunidades de las personas que han desaparecido o muerto por la violencia. Hoy tenemos una herida por sanar y en la unidad está la fuerza que necesitamos para construir la paz.

El 31 de julio será especial: pediremos, como signo profético de la Iglesia, por los victimarios, oraremos por sus vidas, y por su arrepentimiento, y la conversión de sus corazones. Vamos a tenderles la mano para recibirlos en el seno de la Iglesia si llegan con su corazón arrepentido. Ellos también son hermanos y necesitan de la oración. Ya no podemos tolerar más violencia. Es la hora de actuar.

Templo de la Misión Jesuíta de Cerocahui. Foto: Cortesía

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