De mal en peor

La Inflación se ralentiza, es cierto, han logrado frenar su ritmo, pero los esfuerzos de Banco de México, elevando la tasa de interés base, que ya supera los 8 puntos, propician que el dinero que prestan los bancos sea a mayor interés, por lo que el circulante disminuye, baja el consumo y las empresas se obligan a disminuir sus precios y/o ganancia para vender. Aún así hay productos que continúan a la alza, y resisten las medidas de Banxico. Por ejemplo, los materiales para la construcción no han cedido, ya son 18 meses con alzas que superan el 15%. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que el índice Nacional de Precios al Productor (INPP), que mide variaciones de precio de los bienes y servicios que se producen y prestan en el país, aumentó sólo en julio más de 10%, medido a tasa anual. Mientras tanto, la alimentación básica de la mitad del país, se dificulta, y, cada día, es peor, tanto en calidad como en cantidad, debido a los altos precios de los los productos y servicios, que disminuye la capacidad de compra de la población y la obliga a pedir fiado, acumulando deudas o a pedir prestamos; y, en casos extremos, a cometer delitos para alimentar a sus familias. Se reporta que los más pobres consumen alimentos comprados a granel o por pieza de alimentos de baja proteína y menor volumen, dejando fuera de su alcance, productos como huevo, pan y leche. Es muy triste constatar que hoy, en el día a día, unos 12 millones de mexicanos apenas comen sopa, frijol y tortillas: Es difícil verlos, pero basta con salir a las colonias sin todos los servicios básicos o hacer una suma sencilla, para creerlo. Intente hacerlo con lo que consume una familia de las más pobres con 5 integrantes en promedio: Agua, luz, gas, aceite, detergente, escoba, y los alimentos que ya mencioné y nos daremos cuenta de que las familias de las colonias, generalmente ubicadas en los márgenes de las ciudades, la sufren y medio comen con lo que cobran por pensión o con el salario mínimo del campo o la ciudad. Hay que recordar que 12 millones de personas viven en pobreza extrema, que ni por asomo cuentan con ingresos como el salario mínimo. Hay estudios que muestran que en otros estratos, como la clase media y media baja, seis de cada diez personas, se han endeudado con el banco para sostener su tren de vida. Sumadas estas familias: Pobreza extrema, pobres, clase media baja y la clase media, suman más de 100 millones de mexicanos. Lo que nos muestra que detener el crecimiento de la inflación no es suficiente, pues el 8.15% de inflación, dado a conocer en la semana, es un impuesto directo a  todos, pero nos lastima y humilla profundamente, pero más, mucho más, a las familias más vulnerables, que son los que medio se alimentan. El gobierno ha defendido la política de ayudar a las familias de manera directa, con diversos programas sociales, de los que aprobamos alguno, como la pensión universal, pero reprobamos la beca a ninis, que simulan y reciben una beca mayor a la pensión universal. Si el gobierno tiene el padrón de las familias pobres y en pobreza extrema, porqué no ayudarlos directamente?Es inexplicable que mejor hayan decidido ayudar a través del costo de los combustibles que resulta, sí, es una ayuda para todos, pero mayor para los que más tienen. La promesa de no más gasolinazos está por encima de ver esta triste realidad. Si los más de 400 mil millones de pesos, que cuesta subsidiar los combustibles, son una cifra superior a lo que se reparte en todos los programas sociales del Presidente, resulta inexplicable subsidiar combustibles en lugar de ayudar directamente a los que más lo necesitan. Además se sabe que todas las dependencias del gobierno, incluso las instituciones de salud, han sufrido baja en sus presupuestos, por que el dinero se va al hoyo sin fondo en que se han convertido el Tren Maya y la refinería de Tabasco, y antes el aeropuerto Felipe Ángeles. Es pública la ausencia de medicinas en el IMSS, ISSSTE y Centros de Salud, sólo por mencionar un ejemplo de las consecuencias de obras de altísimo costo que se han más que duplicado, sin explicación. Pero ahora se trata de alimentos. Entendemos que todo es importante, claro que la medicina para el cáncer de los niños lo es, pero ahora se trata del extremo total que significa alimentarse. El derecho a comer no debería ser tema para discutir. Entiendo que muchos estamos contentos, no mucho, con el costo de las gasolinas y combustibles, pero de la clase media hacia arriba podríamos pagar el precio real de esos insumos si el dinero se canalizará a ayudar en forma directa a los más vulnerables, pero tenemos el temor de que el dinero se pierda en las obras capricho. Este sacrificio lo haríamos todos si el presidente justifica faltar a su palabra de “no más gasolinazos”para ayudar a la alimentación de casi la mitad del país. Presumir que aquí la gasolina es más barata que en Estados Unidos no alimenta a nadie. Vivimos con un gobierno sensible por uno o dos de los programas sociales que son buenos pero también con un presidente que le da más valor a su palabra que a la inmensa necesidad de alimentar a su pueblo bueno y sabio, pero desnutrido, enfermo y con hambre. Por otro lado, se sabe que al fisco le deben más de un billón y medio de pesos y aunque se ha cobrado más que nunca, urge seguir con esa dura tarea para recuperar ese dinero para ayudar al que no tiene salida. A riesgo de ser insistente y terco revise el precio de la tortilla, el frijol y el arroz, sin dejar de lado el pago del agua, la luz y gas, y coincidiremos. El presidente presumió hoy, en su mañanero (sic) que en su gobierno el salario ha subido, y es cierto, pero con la inflación, reconoce que se diluyó. Mostró la evolución de los salarios y presumió cuánto ha subido el salario que de 108 ahora es de 172 y dijo que antes alcanzaba para 3 kilos de frijol y ahora para 4.6 kilos. De la tortilla de 6 kilos a 9 y que eso es bienestar. Lo dice el Presidente, pero su subsecretario de hacienda reconoció que la inflación es responsabilidad de Banxico y que el gobierno sólo ayuda con el acuerdo de precios en 26 productos con los empresarios. En resumidas cuentas, vamos de mal en peor y si la sociedad no reacciona esto se pondrá mas feo que renegar de Dios. Hoy, el Presidente no perdió la oportunidad diaria de repartir la culpa a los estados que cobran tenencia y otros impuestos locales, pero defendió a los gobiernos de Morena que si la cobran, como CdMex y Veracruz, porque son gobiernos honestos y que lograrán ahorros para dejar de cobrar ese impuesto (tal vez se cumpla la orden con apariencia de comentario) Luego cerró diciendo que la corrupción en algunos estados contribuye a que no haya avance, por supuesto, dijo que los gobiernos de Morena no son corruptos. La ceguera voluntaria no deja ver la realidad. Dijo que a algunos estados les descuentan participaciones por obras que se hicieron a cuenta de esas participaciones en complicidad de funcionarios de hacienda y algunos gobernadores y que los actuales gobernadores ni los molestan (a los anteriores) ni los castigan por haberlos dejado en quiebra.

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