Culpable… Hasta demostrar que no

Uno supone que hay un principio fundamental en los derechos humanos de las personas en todo el mundo: nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Pero, pareciera que en nuestro país, se piensa diferente y todos somos culpables hasta que uno mismo demuestre lo contrario. El resultado es que en las cárceles de nuestro país, hay un porcentaje de casi 80% de presos sin juicio concluido. Por supuesto tampoco sentencia, y han perdido y siguen perdiendo su vida en la cárcel sin justicia. Incluso hay detenidos sin juicio, ni hablar de sentencia. Están encerrados por el poder del Estado. Sean narcos, políticos o ciudadanos, incluso indígenas. El presidente dijo ayer, en la mañanera, no se deben hacer juicios sumarios, y la pregunta que surge es: ¿Acaso la cárcel de oficiosa o preventiva no lo es? Lo es porque cuestan tiempo, vida y traumas en el detenido y su familia. Claro que de resultar culpables, el estado le atina, pero si resultan inocentes, ¿cómo le regresa su vida, la estabilidad emocional y la de la familia? El estado sólo puede compensar con dinero, pero no más, y todavía hay que demandar y vencerlo en juicio. Otro principio popular, no escrito, pero escrito por eruditos y sostenido por la sociedad: “valen más 10 culpables libres, que un inocente preso”. 

Entonces no entiendo la controversia. Si la corte quita la prisión oficiosa y/o preventiva, el Estado deberá demostrar la culpabilidad de la persona acusada, pero no se vale que antes de demostrar que la acusación sea cierta, ya esté en la cárcel. Lo anterior viola el derecho fundamental del ser humano de que es inocente hasta no ser vencido en juicio. Por ejemplo, en Chihuahua, Un gran amigo mío pasó cuatro años en la cárcel y ahora cuenta con un amparo que dice: que ni debió ser sujeto a proceso. Y los años en la cárcel? Los traumas? La familia perseguida, amenazada y asustada? Su familia destruida y traumatizada. Encima se ensañaron con la tortura y extorsión. Funcionarios sin escrúpulos, encabezados por el propio exgobernador Corral, que vendían la acción de la justicia y se ayudaron de traidores y sapos desalmados, que por salvarse, fueron  capaces de firmar denuncias escritas por otros, falsas, por supuesto, pero su pellejo era primero. ¿Qué no sería más justo, lo que puede aprobar la Corte, que una persona esté libre, o con tobillera, o en su casa o ciudad por cárcel mientras pasa el proceso? Y cuando le demuestren que es culpable, y sólo así entre a la cárcel y no al revés. Hoy, cuando se ha demostrado en Chihuahua que se equivocaron y torcieron la ley para meter presos por venganzas, y eso sale a la luz, ¿Qué no corresponde a la misma justicia, recién renovada, en principio, actuar de inmediato, para someter a juicio a los autores de los abusos de poder y a la víctima resarcirle sus bienes, regresar el dinero de las extorsiones, y reparar en lo posible los daños causados? ¡Claro que no! La nueva autoridad; por el contrario, pretende ignorar lo que pasó y en su mente (especulación mía) piensan que (las víctimas) son culpables, y que sólo equivocaron el debido proceso, y continúan castigándolos aunque sobradamente les han demostrado su inocencia y les ha ganado todos los amparos, y demostrado por todos los medios los abusos. Y aún así dicen o piden: paciencia. La indolencia y la falta de empatía por la nueva autoridad es inexplicable. Ojalá la Corte deje en el criterio de jueces los casos que si american la cárcel de oficio, o descritos de manera clara y específica para evitar más abusos como los cometidos por Javier Corral, que les llamamos abusos aquí, pero que son delitos donde sea y cómo se les vea.

La Justicia es lenta, y hasta puede ser omisa, pero no habrá manera de detenerla… Al tiempo.

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