La vida de los partidos, y más la de un país, es diferente en la medida del tiempo al de las personas. Nosotros tenemos un promedio de vida, pero los partidos pueden permanecer y, por supuesto, muy por arriba está el tiempo de una nación, que aunque se transforma, permanece. México ha superado tres grandes movimientos: La independencia, que fue muy diferente de cómo se hubiese querido. Hidalgo, que nunca debió ser ni considerado, menos reconocido, como Padre de la Patria. Fue cualquier otra cosa, menos el padre de nuestra amada Patria. Al sacrificio de Morelos, el verdadero héroe, el que de verdad peleó, sin ser puro, tampoco intachable es más, mucho más, que cualquiera de los héroes de barro que nos endilgaron, lástima del hijo Nepomuceno el traidor. Luego de su fusilamiento (de Morelia), siguió un tiempo de vacío de espera, apenas vivo, por una que otra escaramuza de los escasos grupos independentistas que sobrevivían, entre ellos, el de Vicente Guerrero. Y fue gracias a la traición de Agustín de Iturbide (así se llama mi otro perro, aunque sólo le decimos Agus), a la realeza que se pudo alcanzar la independencia. Por eso celebramos el inicio y no la conclusión. (Es pudor, sonrojo o vergüenza) o todo junto. Luego la constitución liberal del 57, que llevó a la Guerra de Reforma, cuando Comonfort, fraguó con Félix María Zuloaga, el Plan de Tacubaya, como un autogolpe de estado, para intentar reconciliar a unos y otros, pero fracasó; y su fin, se dio al desconocer la Carta Magna del 57, que contenía disposiciones agresivas contra las posesiones y privilegios de la Iglesia Católica. Después del autogolpe, elecciones y vicisitudes en la política del país, Comonfort se exilia en USA. Así entró al relevo, quien era Presidente de la Suprema Corte de Justicia; Benito Juárez, y, con él, se resolvió, primero la guerra de los 3 años, o de Reforma, con medio millón de muertos, entre liberales y conservadores; ganando los primeros. En resumen fue la guerra fratricida, que a su vez dio paso a traiciones domésticas de los conservadores, que, combinadas con las ambiciones de otros países, (Francia, más bien Napoleón III) para traer al II emperador; el Austriaco Maximiliano; (tuve un viejo pastor inglés, que llevó ese nombre) que, hay que decirlo, nunca derogó la Carta Magna del 57, ni regresó privilegios a la Iglesia; como le exigieron desde antes de traerlo; resultó más liberal que el mismo Juárez, pero usurpador al fin, tuvo que pagar el precio en el Cerro de las Campanas. El conflicto fue superado con sacrificio extremo y tuvieron lugar actos que pudieron dejar a Juárez no precisamente como héroe. No fue así, para fortuna de él, por un voto en el Senado de USA. Y, al tiempo, para intentar lavarse la cara, sin éxito, Porfirio Díaz, que odiaba a Juárez lo hizo héroe nacional para darle algo de orgullo al pueblo o por conveniencia y para exaltar una figura en un país carente de héroes verdaderos. Juárez muere en Palacio en 1872 de angina de pecho, llevaba desde enero del 58 en el poder (14 años). Luego, Porfirio, con la bandera de la no reelección (hágame el favor) inicia su dictadura de 34 años, contando los 4 de su compadre Manuel González. Así propicia la Revolución, que, al final, costó más de un millón de muertos, para que llegara Carranza, en una breve e incruenta revolución que se resolvió casi de inmediato, pero que se alarga por el garrafal e inocente error de Madero de desarmar a su gente y confiar en el ejército de Porfirio; así le fue, viene la decena trágica, y la cruenta, esa sí, guerra contra Victoriano Huerta y los constitucionalistas ganan, pero la discordia por el poder, entre Adolfo de la Huerta y Pancho Villa contra Obregón y Calles, con Don Venustiano en medio, alarga las hostilidades hasta el triunfo de los sonorenses. Muchas traiciones llevan a Calles al Maximato, y vuelta a comenzar. Cárdenas crea el presidencialismo, este termina por hartar a la sociedad con sus reyezuelos corruptos y ahora estamos ante otro caudillo que busca lo mismo que Calles, un maximato. Parecemos canes dando vueltas hasta que nos echamos, o dicho de modo amable, los humanos somos adictos a repetir los errores. Pero eso de una cuarta transformación, es más una burla o broma de pésimo gusto, que algunos se tragan, más por dogma que por lo que ven.