El Ejército empieza a despertar miedos en una parte de la población.
La división interna en el Ejército es cada vez más notoria, el hackeo es muestra de que alguien puso de modo el software, y la voz de pequeños y medianos empresarios, las clases medias y ejecutivos y empleados gerentes ya lo comentan a diario. Se sabe que muchos generales de división, que no están incluidos en la mesa de decisiones, y que por supuesto su opinión es contraria a la política de abrazos y no balazos, y, por ello, los han marginado. Pero la preocupación de esos generales de división, de Brigada y brigadier, va más allá, saben de los enormes negocios de su Jefe dentro de Sedena y en casi todas las áreas de gobierno, lo cual es parte de su molestia; si bien, nunca los auditan, nunca tan descarado. Pero la más importante de sus desvelos es que están siendo testigos como el jefe de toda la milicia se empodera cada vez más, a grado tal que ya hasta se habla de cederles el paso a que un militar sea el nuevo presidente de La corte suprema. Otra muestra soberbia es la cita para comparecer, ante los diputados, al jefe de la Defensa, para explicar el hackeo, la que no aceptó y respondió que los atendería en su oficina, en una clara, muy clara falta de respeto a los diputados…