Resulta que el ejército tenía conocimiento de las actividades delictivas en la sierra y en Cerocahui municipio de Urique, por parte de las bandas delictivas, pero, sin saber la razón, ni de quién fue la orden, la información se fue a un archivo, en calidad de confidencial. Esto se sabe ahora por los documentos que circulan luego del hackeo a la Sedena. Nadie entiende por qué tenían que sacrificar a los sacerdotes jesuitas Javier Campos de 79, quien estaba en la parroquia en alguna tarea junto a Joaquín Mora de 80 años, y al ver entrar Pedro Palma desangrándose, lo vió tan grave que quiso proporcionarle el sacramento de la extremaunción, pero su asesino no se lo permitió y lo remataron, luego, sin motivo alguno, dispararon a mansalva contra los dos sacerdotes jesuitas. Ahora sabemos que todo esto se podría haber evitado…