A tres meses de la fatal masacre en Cerocahui, municipio de Urique, acto que dejó a dos sacerdotes jesuitas, un guía de turistas y un joven beisbolista sin vida, se reclama de nuevo a las autoridades para que logren justicia; hoy con otra perspectiva, pues hoy se tiene la visión tecnológica que revela los informes con los que cuenta la autoridad federal y que no han aportado a la captura del líder criminal apuntado como el principal sospechoso, José Noriel Portillo Gil, ”El Chueco”.
Las fuerzas armadas seguían los pasos del Chueco de tiempo atrás, de acuerdo a los datos expuestos por los hackers de Guacamaya, agrupación que logró llegar hasta la información más íntima que resguardaba la Secretará de la Defensa Nacional (SEDENA), y que dejó al descubierto que toda la información de José Noriel ya era sabida, mas no se hizo nada hasta que el poblado quedó bajo el silencio y el terror.
Resulta que entre los correos internos de la Sedena, se tiene el registro de el citado criminal desde el 2020; sabían sobre sus alianzas con el Cártel de Sinaloa, el terror que sembraba en la Sierra de Chihuahua con el que pudo apoderarse de la región, hasta las rutas de la droga que nunca fueron atacadas por el Gobierno. Fue hasta la masacre del 20 de julio de este año que los operativos empezaron en conjunto con las corporaciones de Chihuahua para poder dar con su ubicación, pero hasta ahora se mantiene lejos del radar de las autoridades.
Los informes de Guacamaya revelados por El País, apuntan que Portillo Gil protagoniza una extensión de 96 páginas en las que se expone como el jefe de plaza del Cártel Gente Nueva, brazo del Cártel de Sinaloa en Urique, el cual “mantiene el control del tráfico y la venta de droga, así como secuestros, extorsiones, cobro de piso, la tala clandestina y ejecuciones”, así como tener infiltraciones en las corporaciones locales.
“En el municipio las actividades delictivas son de bajo nivel”, se cita del informe al detallar que fueron sólo 11 homicidios registrados de diciembre del 2018 a junio del 2020, y que se descartaba alguna pelea del territorio con grupos antagónicos, por lo que se concluyó que eventos violentos derivados de la actividad del Chueco, serían aislados.
No obstante, entre las páginas se encontró un mapa que arroja las zonas controladas por José Noriel, a quien a su vez, se identifica dentro de la lista de los 10 más buscados por encabezar una importante actividad de narcotráfico. Por otra parte, el Centro Nacional de Fusión de Inteligencia (CENFI), tiene también identificado a El Chueco desde el 2020 como uno de los blancos objetivos, registrado como jefe regional del Cártel del Pacífico, otra agrupación del Cártel de Sinaloa.
Jose Noriel ya tenía en su contra una orden de aprehensión por secuestro, aunque en esas investigaciones no se definió si la autoridad emprendería una búsqueda oficial.
A raíz de esto, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús difundió un comunicado en el que señalaron que dadas las noticias sobre todo lo que ya era sabido de El Chueco, haber actuado en consecuencia muy probablemente habría evitado la tragedia en la que murieron los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora.
“A la comunidad jesuita de México –y a la Iglesia católica en su conjunto—le parece muy grave y preocupante que la inteligencia militar no se haya concentrado en localizar al perpetrador de los asesinatos, hasta hoy prófugo, y sí en monitorear los pronunciamientos públicos de los sacerdotes”, emitieron.