La reforma electoral que pretende el Presidente es un retroceso brutal en la democracia imperfecta que tenemos. Desde el gobierno, pretenden regresar a lo que siempre se reclamó al viejo sistema: El control total de las elecciones. Recordemos que en el viejo sistema era Gobernación quien tenía a su cargo las elecciones y ganaba el oficialismo con fraudes y hacían cualquier cosa para aplastar a la oposición. De 1988 en delante inició el cambio hasta llegar al IFE, hoy INE, porque era mayor el ánimo de Carlos Salinas de legitimarse en el gobierno que conservar el viejo sistema. Él más que nadie sabía lo que significaba aquella caída del sistema; porque era la prueba más clara del fraude cometido. Y se tuvo el descaro de dar números totales sin dejar que de más de la mitad de las casillas se supieran los resultados. La duda del pueblo de México ha persistido a través de los años. La primera sospecha es que se cayó y/o calló el sistema; la segunda, al confirmar en cinco estados: Morelos, Baja California, Michoacán, Estado de México y Distrito Federal, se reconoció la victoria de Cárdenas, y de ellos, los gobernadores de Baja California, Xicoténcatl Leyva, de Michoacán, Luis Martínez Villicaña, del Estado del México Mario Ramón Beteta, a las pocas semanas fueron obligados a renunciar, al culparlos de la derrota del PRI…