De músico, poeta y loco…
Jesús M. Esparza Flores / Exprés
Siempre he sostenido que, para entender a los mexicanos y para entendernos a nosotros mismos, debería ser lectura obligada el libro El Laberinto de la Soledad, donde el escritor mexicano Octavio Paz (Ciudad de México, 1914 – Ibidem, 1998), ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990, reflexiona sobre la identidad de México y los valores culturales que mueven los hilos de nuestra historia.
Ya sé, ya sé, no es semos, se dice: somos; no es ansina, se dice: así; no es endenantes, se dice: antes. Me recuerda una anécdota, de un personaje muy pintoresco del sur del estado, me refiero a Don Raúl Soto Reyes, quien nació en 1912 en Providencia, Durango y, a partir de 1930 radicó en Santa Bárbara, Chihuahua, en donde fue Presidente Municipal y, desde 1950 radicó en Parral. Dentro de su falta de preparación, fue un hombre exitoso que se forjó en la universidad de la vida, quien llegó a ser Presidente Municipal de Parral por diversas circunstancias, son tantas las anécdotas sobre él, que en algún artículo me ocuparé solamente de Don Raúl. El General Práxedes Giner Durán, gobernador del estado, en una visita al sur del estado, Don Raúl le decía: Señor Gobernador, “juimos” a la capital a hacer gestiones y sus funcionarios no me hicieron caso, fuimos Don Raúl, le corregía su diligente e instruido secretario del Ayuntamiento, insistía Don Raúl, “juimos muchas veces”, fuimos Don Raúl, de nuevo lo corregía el secretario, hasta que lo hizo enojar y le dice: “tu cállate, no te metas, tu ni “juites” conmigo, mitotero, zoquete, mentecato, pazguato, metiche, aprontón…”
Regresando a El Laberinto de la Soledad, Octavio Paz reflexiona sobre las actitudes de autodefensa, resignación e ironía mexicanas que funcionan como máscaras que ocultan la realidad. Así, establece que el mexicano es cerrado. En nuestra cultura, abrirse, mostrarse, es percibido como debilidad y traición. Octavio Paz piensa que esto es visible en expresiones del lenguaje como “no te rajes”, una máxima mexicana.
El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias, hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas.
Nuestro calendario está poblado de fiestas. Ciertos días, lo mismo en los lugarejos más apartados que en las grandes ciudades, el país entero reza, grita, come, se emborracha y mata en honor de la Virgen de Guadalupe o del general Zaragoza. Cada año, el 15 de septiembre a las once de la noche, en todas las plazas de México celebramos la fiesta del Grito; y una multitud enardecida efectivamente grita por espacio de una hora, quizá para callar mejor el resto del año. Durante los días que preceden y suceden al 12 de diciembre, el tiempo suspende su carrera, hace un alto y en lugar de empujarnos hacia un mañana siempre inalcanzable y mentiroso, nos ofrece un presente redondo y perfecto, de danza y juerga, de comunión y comilona con los más antiguo y secreto de México. El tiempo deja de ser sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es, originariamente: un presente en donde pasado y futuro al fin se reconcilian.
Si en la vida diaria nos ocultamos a nosotros mismos, en el remolino de la fiesta nos disparamos. Más que abrirnos, nos desgarramos. Todo termina en alarido y desgarradura: el canto, el amor, la amistad. La violencia de nuestros festejos muestra hasta qué punto nuestro hermetismo nos cierra las vías de comunicación con el mundo. Conocemos el delirio, la canción, el aullido, el monólogo, pero no el diálogo.
Y la fiesta sólo es un ejemplo, acaso el más típico, de ruptura violenta. No sería difícil enumerar otros, igualmente reveladores: el juego, que es siempre un ir a los extremos, mortal con frecuencia; nuestra prodigalidad en el gastar, reverso de la timidez de nuestras inversiones y empresas económicas; nuestras confesiones. El mexicano, ser hosco, encerrado en sí mismo, de pronto estalla, se abre el pecho y se exhibe, con cierta complacencia y deteniéndose en los repliegues vergonzosos o terribles de su intimidad. No somos francos, pero nuestra sinceridad puede llegar a extremos que horrorizarían a un europeo. La manera explosiva y dramática, a veces suicida, con que nos desnudamos y entregamos, inermes casi, revela que algo nos asfixia y cohíbe. Algo nos impide ser. Y porque no nos atrevemos o no podemos enfrentarnos con nuestro ser, recurrimos a la fiesta. Ella nos lanza al vacío, embriaguez que se quema a sí misma, disparo al aire, fuego de artificio.
En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro, y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestras emociones y reacciones. Palabras malditas, que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos. Los adolescentes, cuando quieren presumir de hombres, las pronuncian con voz ronca. Las repiten las señoras, ya para significar su libertad de espíritu, ya para mostrar la verdad de sus sentimientos.
Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡Viva México, hijos de la “Chingada!” Verdadero grito de guerra, cargado de una electricidad particular, esta frase es un reto y una afirmación, un disparo, dirigido contra un enemigo imaginario, y una explosión en el aire.
Hasta aquí, lo dicho por Octavio Paz, ensayo que no pierde vigencia
En el mundial de Francia 1998, Rodrigo Rafael Ortega caminaba en París en estado de ebriedad y con ganas de ir al baño, al no aguantar sus ganas, el alcoholizado aficionado mexicano decidió usar el Arco del Triunfo como su sanitario, Rodrigo apagó la “llama eterna”, misma que nunca había sido apagada desde 1921.
Durante el mundial de Corea-Japón en 2002, un mexicano ebrio se subió al tren bala de Japón, decidió accionar el botón de emergencia del tren, mismo que nunca había sido accionado en toda su historia.
En el mundial de Sudáfrica 2010, apareció otro mexicano haciendo estragos en el país anfitrión, fans de todo el mundo se reunían alrededor de una estatua de Nelson Mandela. Un grupo de mexicanos ebrios acudieron a la estatua de noche, uno de ellos decidió que era muy divertido disfrazar a la estatua con prendas mexicanas. El responsable fue encarcelado y se perdió dos partidos de la selección mexicana. Tras salir de la cárcel alguien le preguntó qué porque lo había hecho. y él contestó, “Le hacía falta el toque mexicano”.
En Brasil 2014, hubo un terrible accidente en un crucero donde se hospedaban algunos aficionados que acudieron al evento, el hijo del procurador de Chiapas Jorge Alberto Lopez Amores, de 29 años, decidió aventarse desde el piso 15 del barco, alardeando que él iba hacer historia al aventarse y parar el crucero. Testigos afirman que, después de la caída, nunca vieron que Jorge Alberto volviera a salir a la superficie del agua, las autoridades no lograron encontrar el cuerpo, por lo que tuvieron que cesar la búsqueda.
Otro incidente apareció en el mundial de Brasil 2014, unos mexicanos viajaban en taxi, cuando decidieron sacar la mano para tocar el trasero de una joven, los que acompañaban a la mujer se quejaron y se empezaron a hacer de palabras con los mexicanos, quienes se bajaron del taxi y comenzaron a golpear a los brasileños, uno de ellos logró escapar e ir con la policía mientras que sus amigos eran el blanco de los golpes, las autoridades llegaron, detuvieron a los mexicanos y le dieron asistencia médica a los brasileños. Resultó ser, que los agresores eran funcionarios del partido político mexicano, Partido Acción Nacional
En Catar o Qatar, a través de redes sociales se compartió un video de un aficionado mexicano arribando a la terminal de Medio Oriente, “traficando” una supuesta botella de alcohol y, en otro caso, un aficionado tratando de introducir alcohol al estadio en unos binoculares, siendo detectado por el personal de seguridad. Y ni qué decir del boxeador mexicano Saúl “El Canelo” Álvarez, amenazando con golpear a Lionel Messi, porque en redes sociales se hizo viral un video en el que Messi, durante la celebración de la Albiceleste en su vestidor, aparentemente patea la playera del Tri al momento de que intentó quitarse los botines. Tuvo que intervenir el futbolista mexicano Andrés Guardado para aclarar todo: “Los que nunca han estado en un vestuario de fútbol no entienden. Es un acuerdo con los utileros, todo lo que está en el suelo es para lavar y lo que no, te lo llevas a casa. Es así, la ropa sucia va al suelo, sea tu camiseta o la del rival, siempre es así. De hecho, esa camiseta era la mía, yo se la cambié a Leo y yo también tiré al suelo la camiseta de Leo al suelo para que la lavaran.” El Canelo, al final se disculpó con Messi y la gente de Argentina.
La selección mexicana fue, o fuimos eliminados del mundial en Catar, igual que ha sucedido en diferentes eventos deportivos de conjunto (salvo los campeonatos de la copa Confederaciones en 1999, sub-17 2005 y 2011 y los Olímpicos en 2012), provocando enojo y tristeza por no poder festejar un cuarto partido del “TRI”.
En suma, diría Octavio Paz, la historia podrá esclarecer el origen de muchos de nuestros fantasmas, pero no los disipará. Sólo nosotros podemos enfrentarnos a ellos. O, dicho de otro modo: la historia nos ayuda a comprender ciertos rasgos de nuestro carácter, a condición de que seamos capaces de aislarlos y denunciarlos previamente. Nosotros somos los únicos que podemos contestar a las preguntas que nos hacen la realidad y nuestro propio ser.
Frase de la semana: “El traidor no es confiable en ninguno de los bandos, la lealtad es admirada hasta por el enemigo” Simón Bolívar. Con dedicatoria especial para.. NO, dije que no iba a hablar de política y punto.
Cantante recomendado de la semana: Helen Folasade Adu, mejor conocida como Sade. Cantante y compositora nigeriana nacionalizada británica. De madre británica y padre nigeriano, a los cuatro años se fue con su madre a vivir a Inglaterra, cuando aquella se separó de él. Durante su adolescencia, no paraba de escuchar discos de Nina Simone, Peggy Lee y Astrud Gilberto, este estilo de música la fascinaba.
En aquella época no pensaba todavía en cantar, pero un par de viejos amigos de la facultad la invitan como vocalista en una banda que pasó a llamarse Pride, y luego cambió a Sade, que es una abreviatura de Folasade.
La banda se convierte en el espectáculo de los clubs de la capital inglesa, en gran parte gracias a la belleza y carisma de su cantante, que se vería reflejada en revistas de tiraje internacional como Vogue, Cosmopolitan, Time… y en pocos meses se convirtió en la reina del jazz. Además, la banda Sade se convirtió en un hito de la década de los ochenta. Mientras el pop electrónico y la música con sintetizadores eran la tendencia de aquellos años, la banda hizo una atrevida apuesta por crear su propio sonido, de carácter más orgánico y más suave, una amalgama de pop con muchos géneros musicales, tan variados como el jazz, soul, funk, bossa nova, música africana y jamaicana y balada norteamericana, entre otros, finamente sellado por la voz tersa de Sade. Mis canciones favoritas de ella: Smooth Operator, No ordinary love, By your side, Your Love is King, Cherish the day, Kiss of life. Si quieren pasar momentos muy agradables, escuchen sus canciones.
Canción recomendada de la semana: Smooth Operator, cantada por Sade. Ella se tuteó con el éxito desde sus primeros sencillos y así ha llegado hasta la actualidad. Aquel Smooth Operator de 1984 hizo popular a una de las mejores voces femeninas del soul internacional de las últimas décadas, mediante una letra y un sonido que conducen a una atmósfera sumamente grata y cálida, aunque tal vez un poco tendiente a la melancolía o, como ella misma dice: “si la tristeza es bien tratada, trae la felicidad”. Con la belleza inclasificable de su arte sonoro, nos robó el corazón y se niega a devolvérnoslo. Pero, pese a ello, ese vital músculo herido, obtiene consuelo en su voz aterciopelada.
Bien dice Anje Ribera que, esta creación está amparada en su suave garganta y en un exquisito sonido, que convirtió aquel vinilo de 45 revoluciones, en pieza de colección para los amantes de la buena música. La atmósfera que transmite desde la primera nota y la palabra inicial de la letra, nos envuelve en un sonido preciosista, cálido y acogedor.
Smooth Operator es música divina, mezcla de pop, soul y jazz, inicialmente dirigida a un tipo de público muy específico. Pero las cifras demostraron que, pese a ese destino elitista inicial, realmente caló en todo tipo de amantes de la música, vendiendo millones de copias en todo el planeta. Su medida lentitud, recrea sin igual un ambiente de lujo estilístico, basado en solos de saxofones, que satisfacen cualquier espíritu instrumental, con pianos, bajos y guitarras muy sutiles.
En esta canción, Sade suena seductora y calmada, pausada. La elegancia de este pseudo-soul es ejemplo del sonido propio de la africana, fruto de influencias diversas. Canta susurrando, rodeada de un sonido elegante y envolvente, y ése es precisamente, el sello personal de esta mujer de gran personalidad.
Por todo ello, la exquisitez de Smooth Operator lleva casi cuarenta años formando parte de nuestras vidas. Quizás la oímos cuando dimos el primer beso, cuando rompimos aquella relación, cuando sufrimos por desamor, o también, cuando encontramos el amor verdadero. Sigue siendo una de nuestras canciones preferidas, porque seguimos cautivos de ese sonido tan delicioso. La canción a la que hoy se dedica este artículo, es una maravilla en sí misma, desde su comienzo recitado, con una letra brillante y sutil.
Smooth Operator es un clásico que jamás dejará de sonar en las plataformas musicales. La letra hace referencia, a la forma de afrontar la vida de un hombre elegante, que transita por las altas esferas de la sociedad, encaramado a una total superioridad, él es muy popular con las damas y rompe muchos corazones en sus viajes, pero jamás devuelve el afecto que le profesan las mujeres, porque su corazón es frío y vive amparado en la insensibilidad. Sade nos los cuenta mediante una mezcla elegante de rhythm & blues, jazz y soul… de lujo.
Por hoy es todo. Pues me voy… jesusmesparzaf1962@gmail.com
Posdata: No se aceptan críticas, porque ¿saben ustedes cual es la diferencia entre una crítica positiva y la negativa? Pues, la positiva es toda la que yo hago y, la negativa es… ¡toda aquella que me hacen a mí!