La tortura en México es cosa común, pero no significa que sea legal

En los criminales abusos de Javier Corral hay pasajes de terror, como el que vivió Raymundo Romero Maldonado, en plena convalecencia de una operación de cáncer de cuarto grado. Mayor de 70 años. Era un 24 de diciembre. Estaba poniendo un foco de navidad, cuando una mujer se acerca y le pide agua, le da el paso a su casa, la esposa le da el agua, luego se abre la puerta y le gritan: “nos tenemos que ir”. Raymundo le acompaña a la puerta y ahí lo arrestan. No tenían orden de aprehensión. Lo pasearon y lo encerraron en una celda de algún lugar; luego lo llevan al penal con operativo de seguridad como si una persona con más de 70 años de edad, con cáncer y muy débil pudiera hacer algo. Llovía pero lo dejaron de pie en el patio; hacía frío, estaba mojado. Luego fue obligado a desnudarse porque “el jefe” lo quería ver desnudo. Horas después le dan un uniforme de color gris, igual llovía.

Horas después a las celdas empapado, y le tocó la celda que ocupaba Marcelo, quien lo cubrió con una cobija y lo recostó en la cama de cemento. El día 26 a los juzgados, ya vestido aunque mojada su ropa hecha bola.

Lo culpaban de comprar un predio en 2011, pero él había sido nombrado Secretario de Gobierno en 2012. No entendía. Le pidieron firmar, no lo hizo; le pidieron culpar a César Duarte, se negó.

Derechos Humanos ni le ha contestado su queja. “Nunca me rajé, no firmé falsedades, ni acepté culpas que no tenía. La tortura Dios los perdone, yo no. Me dieron cárcel domiciliaria por edad y mi enfermedad. Los amparos me han dejado libre; los gané todos2, dice.

Otro caso fue el de Alejandro Villarreal, secretario de la sección 8a. Llegaron a su casa, estaban su hijo y esposa, eran docenas de agentes, abrieron con cerrajero y al penal. 

“Tres veces fui arrestado antes de tomar protesta como diputado local. Cada vez sacaban otra carpeta e iban por mi. Y cada vez que me iban a liberar, llegaban de nuevo con algo nuevo. Siempre de madrugada. El peculado no existía porque nunca fue funcionario, era secretario de la sección 8a de maestros. No importó aunque al final con amparos federales demostré que el dinero era parte de los acuerdos sindicales con el gobierno por muchos años. Incluso Corral siguió entregando ese recurso a mis sucesores porque es una negociación minutada y firmada de hace muchos años”.

Añade: “Fui parte del grupo elegido para su venganza contra César Duarte. Jamás firmé ni  declaré nada que no fuera cierto. Me costó mucho, pero no me doblé ni lloré como niña. 

Javier Corral reclama que en su gobierno ¡no hubo tortura! ¿Cómo se llama lo que vivió Raymundo Romero? ¿O lo que le hicieron a Alejandro Villarreal? Si no es tortura, es trato inhumano. Javier sabe que su maldad es infinita y su odio lo destruirá ante la sociedad porque por dentro, es seguro que ya lo está.

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