En la tormenta de arena, una de cal, pero el mal está hecho.
Una golondrina no hace verano. El mal está hecho, la democracia en México perdió todo. Y aunque pretendió regresar al líquido amniótico del vientre, ni eso pudo. Estaba condenada y prefirieron matarla. Estaba en el pataleo, al que se tiene derecho, o como diría Doña Simona mi abuela, cuando matábamos un cerdo en el fondo del largo patio: hasta ahorcado patea.
La historia comenzó con un reportero, de esos patiños, con muy pocas o contadas excepciones, que acuden a la mañanera. Metió al presidente en un brete del que ya nos pudo o no quiso salir. Le preguntó con aparente o fingido sarcasmo que si permitiría la transferencia de votos entre partidos…