El clásico de Héctor Suárez, genial actor, diría: ¿Qué nos pasa?
¿Cómo es posible dejar morir personas con la indolencia de los agentes de migración? ¿Cómo es posible que en el país haya personas con 18 años en la cárcel sin sentencia?
¿Qué nos pasa?
Con los Derechos Humanos firmados en 1993 en Viena, la prisión preventiva oficiosa voltea los derechos fundamentales de que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Ahora es: Eres culpable hasta que tú demuestres lo contrario.
En Chihuahua hay 3 mil 600 presos con más de dos años en prisión sin sentencia. Entre ellos enfermos, personas adultas mayores, indígenas, mujeres con hijos en brazos, y la Corte Interamericana ya está harta de que México no obedezca las sentencias.
Hay llamados de la ONU y de la CIDH desde 1998 y México no obedece. Creo que en Chihuahua tenemos una gobernadora que puede ser la punta de lanza para que México empiece a entender que existen esos derechos y que no son a contentillo de la autoridad.
La justicia selectiva muestra lo peor del poder político. Al igual que encerrar a los migrantes y dejarlos morir en lugar de abrir los candados, muestra el rostro indolente de la política inmigratoria de México.
El mundo exigirá justicia a México por ese horrendo crimen.
En Chihuahua hace falta recobrar la esencia humana en el ejercicio del poder.