Javier Corral Jurado, afirmó que la última persona que se suicidó fue para evitar su proceso y declarar en otro juicio. Lo caricaturiza y ríe, pero a él, apenas se le toca con el pétalo de una rosa y grita despavorido que la Gobernadora lo pone en peligro.
Su narcisismo es tanto como la soberbia que lo hace creer que es grande, cuando sólo está hinchado y enfermo. Sigue a la espera de ser usado por el Presidente para dañar a su partido, a la gobernadora y a los chihuahuenses. Es la tarea que espera; ayudar a entregar chihuahua, porque la vez anterior falló.
Lo que sigue debe ser que responda por sus abusos de poder, aunque esa cuenta no le cabe en su hueco craneano, porque cree que cuando era gobernador era dueño de la vida de quien se le diera la gana.
No Javier; ni Dios padre te salvará del karma, y tampoco de responder ante la justicia; al tiempo.
¡Me pone vulnerable!, grita. Además de pésimo gobernador, de los abusos despiadados, cual emperador romano enloquecido en bacanales, llora como plañidera pro pago cada vez que se le toca y se arrodilla (no sé a qué) para pedir a sus “amigos” que lo ayuden con caricaturas o con comentarios en su sitio “Zona Free” hecho para alabarse, santificarse y denostar a los incómodos o que considera detractores.
No Javier. No hay materia para tener detractores, esos los tiene Juárez, Hidalgo, etc., tú sólo tienes cuentas pendientes con la justicia y con el Creador.
Tu abominable actuación como gobernador, después de una brillante carrera legislativa es inexplicable y sólo se entiende asociándolo a la locura del poder con los síndromes hubris e hybris que les quita lo humanos.
El daño está hecho, nada puede revertirse y créelo, tanto dañaste a las personas y a sus familias que se vomitan al escuchar tu nombre.
Hasta mañana…