¿César Duarte podría sufrir otro infarto en prisión?

¿Cuando una sociedad influida por una campaña maliciosa y perversa dirigida desde el poder por un gobierno sediento de venganza, como el de Corral, cae en la trampa de juzgar, condenar y ejecutar a una persona?¿Hay marcha atrás? ¿Esa persona podría recuperarse?

No, no lo creo, la sociedad somos como Fuenteovejuna; todos a una (se lincha a la persona y nadie es culpable). 

“La Justicia para Chihuahua”, slogan de campaña convertido en venganza personal y pasional, causó daños a muchas familias en Chihuahua, y ya no hablemos del pésimo gobierno, sino de los abusos de poder, de los jueces de consigna, extorsiones, y torturas, y las escenas en video para gozo pervertido de un loco extraviado en sus apetitos inimaginables. 

Los cateos que en realidad fueron saqueos, seguidos del abandono de propiedades, y la lucha intensa, enfermiza por juzgar con el uso del poder a un enemigo gratuito, fueron lo que condujo a esa campaña que destruyó ante los ojos de la sociedad a César Duarte.

Hoy juzgado, condenado y ejecutado, César Duarte es un muerto en vida; lo mató Corral socialmente, sin oportunidad de defensa. Ahora, extraditado por dos delitos: asociación delictuosa y peculado, tampoco puede defenderse. Se lo impide una Juez a riesgo de caer en Prevaricato, con pretextos y mentiras infantiles del Ministerio Público.

Su salud quedó mal desde el accidente del helicóptero; sus cervicales quedaron seriamente dañados. Ahora se agrega el infarto, negado por el MP apoyado en un médico sin nombre, pero que durante los días de internamiento en Star Médica se comprobó, además de que dos arterias tienen problemas serios, una de esas arterias propicia cambios repentinos de la presión del paciente de manera constante y lo tienen al borde de otro infarto, además de obesidad mórbida.

El caso es administrativo, pero odian reconocerlo, porque el caso de los bienes que le saquearon en el gobierno de Corral, y que luego se deterioraron por abandono, se los ganó en la Suprema Corte y deben regresarlos; también odian pagar los descarados robos de la gente de Corral en esas propiedades y los daños y perjuicios.

Los dos asuntos pendientes son administrativos, pero su cárcel es políticamente correcta por miedo a contravenir a la sociedad que engañada por Corral ya lo juzgó, condenó y ejecutó.

La pregunta es: ¿Qué pasa si César Duarte muere bajo custodia del Estado por un caso administrativo y no penal? ¿Quién pierde? ¿Alguien gana? ¿Qué vectores se dispararían y en contra de quién o quiénes, una vez que la sociedad se entere que fue engañada, como ahora muchos lo saben, que efectivamente fueron engañados por Javier Corral? ¿Quién está dispuesto a cargar con esa responsabilidad?

La respuesta a la cabeza de la columna es sí, sí podría sufrir otro infarto y con la burocracia para llevarlo al hospital, tal vez no llegue.

¿Es tan difícil tener sentido común y cambiarle las medidas cautelares?

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