Resulta ocioso y hasta aburrido estar señalando los errores, omisiones y traiciones de nuestros gobiernos. Es imposible opinar bien del Gobierno Federal, pero tampoco se puede hacerlo en favor del Gobierno Estatal, ni de los municipios.
La gente se divide: un bando al lado del presidente, otro con los opositores y, uno más, el tercero el más numeroso, no quiere saber, ni cree en unos ni en otros.
Así se convive como sociedad, pero nadie está contento. Sin embargo, eso no detiene a los aliados de López Obrador de recibir las dádivas, pues son, en su mayoría, los resentidos que quieren revancha, y que si se quema su casa, no hay problema mientras se queme también la de los que les ganaron las oportunidades de prosperar.
Hay que ganarle a los que les ha ido bien: el precio es lo de menos.
Los segundos tratan de recuperar lo perdido, pero los intereses de sus cúpulas les impiden ponerse de acuerdo entre ellos, menos para unir al tercer grupo de la sociedad, que es el más numeroso y que los ve, a unos y a otros, con desconfianza porque siempre pelean por el poder y no quiere, no le interesa, involucrarse porque cree que perderá su tiempo y que gane quien gane, nada cambiará, por lo que mejor se dedican a lo suyo: ganar el pan para su mesa.
Por ello deja de lado al gobierno que siempre le falla, que nunca ha hecho lo correcto y piensa que nunca lo hará. Por ello, mejor optan por dedicarse de lleno a sus actividades, y dan la espalda a las autoridades del municipio, del estado y del país, pensando que cualquiera que llegue hará lo que le venga en gana.
No ven diferencias. A todos los ven iguales o peores, tal y como ha estado pasando en el país, en Chihuahua y en los municipios desde hace muchos, muchos años.