José Ignacio Gregorio Comonfort de los Río. Político y caudillo militar. Fue presidente de México. Inició como interino del 11 de diciembre de 1855 al 30 de noviembre de 1857. Luego gana la elección y asume como presidente constitucional, del 1 de diciembre de 1857 al 21 de enero de 1858.
Dura muy poco, por la problemática de implementar la nueva constitución de 1857. Construyó un gabinete mixto, pero nadie acepta. Las diferencias entre liberales y conservadores llegan al extremo.
Santa Anna, que ya había logrado ponerse 11 veces en la presidencia, aunque ahora pretendía perpetuarse en el poder y en el colmo de la soberbia, y quizás demensia, se hizo nombrar por el consejo de estado: Alteza Serenísima.
También pidió se le concediera el grado de capitán general y un sueldo de 60 mil pesos anuales.
Y ya entrado en su afán de poder, logró que lo declararan “dictador perpetuo”.
Un año después, los caudillos fraguan la rebelión y se levantan en armas con el Plan de Ayutla dado a conocer por el ultra conservador Florencio Villarreal. La lucha es cruenta pero rápido y logran que Santa Anna huya al destierro. Esta vez sería para siempre, a la Isla de Cuba.
En su lugar asume el conservador Juan Álvarez, pero renuncia ese mismo año al no lograr ningún acuerdo entre liberales y conservadores.
El congreso nombra como interino al indeciso Ignacio Comonfort para concluir el periodo de Santa Anna.
También se convoca al constituyente, que tras largos días y debates, crean la Constitución de 1857.
Esta nueva Carta Magna propicia que las diferencias entre conservadores y liberales amenacen con Guerra Civil.
La falta de carácter de Comonfort, que trataba de quedar bien con ambos bandos lo lleva a idear un plan descabellado en el que refleja su inocencia política. Deja la presidencia con la idea de esperar a ser llamado por el congreso al dejar el vacío y con la esperanza de que se calmen los ánimos.
Es tomado como un autogolpe de estado y la presidencia queda acéfala por mucho tiempo, porque Benito Juárez García, siendo presidente de la Suprema Corte, elegido por el pueblo, asume la presidencia por ausencia del presidente.
Culminaban así más de 30 años, con 42 presidencias, desde la cruel ejecución de uno los padres de la pastria, Vicente Guerrero que dejaba en claro que la presidencia seguía en pausa y en espera de que sus caudillos se pusieran de acuerdo.
El país no tenía nada. Estaba sin dinero; solo caos y anarquía, además de las guerras entre caudillos.
La Guerra Civil fue inevitable. México viviría 3 largos años de luchas, con medio millón de mexicanos muertos o exiliados, y 11 meses después, la intervención francesa y el segundo imperio con Maximiliano de Hamburgo y un número indeterminado de muertos.
La esperanza de la plebe y de los indígenas dependía de la guerra.
Por cierto, en la elecciones de 1858 se puso en práctica la elección indirecta en la que los mayores de 18, casados y de 21 si eran solteros, podían votar para elegir al consejo electoral que elegiría al presidente.
Así nació Ignacio Comonfort.
Hasta Mañana