En entrevista en 2005, Fernando Botero reflexiona sobre el arte, sus comienzos en la pintura y sus influencias artísticas. Por ser de gran interés para nuestros lectores de Exprés reproducimos este encuentro con uno de los más grandes artistas del mundo.
Marcelo Justo / BBC
“Fue tal el placer que sentí que a los 18 años dejé el colegio donde estaba estudiando el bachillerato para dedicarme de lleno a la pintura. De manera que soy profesional desde los 18 años. No he hecho otra cosa”.
hubo un momento concreto, como una epifanía, en el que usted se dijo “yo voy a ser pintor”.
Yo empecé a dibujar y pintar porque tenía una gran pasión por los toros.
En el colegio me la pasaba dibujando toros y toreros. Pero eso no se puede llamar arte, porque en realidad dibujaba por mi pasión por los toros.
Un día hice una naturaleza muerta. Y ese día me convertí en un artista.
El día en que uno hace una obra por el deseo de solucionar un problema estético, uno se convierte en artista más allá del valor artístico de la obra.
¿Conservó esa primera naturaleza muerta?
No. Pero hay algunas obras de esa época.
Tengo algunas fotos de esas primeras obras, que revelan el espíritu un poco dramático que tenía entonces.
Esa fue la línea que tomé a los 18 años. Interesante porque no está tan lejos de lo que hago hoy en día. Por ejemplo, hay un cierto interés en el tema del volumen, intuitivo.
¿Había ya un interés en el volumen?
Sí. Uno nace con ciertas inclinaciones y después racionaliza por qué.
Eso me pasó en Italia. Cuando llegué a Europa tuve la oportunidad de ver los grandes museos, sentí una inclinación muy grande por la pintura florentina italiana que es volumétrica.
¿Por qué me gustó esa pintura más que la de Siena o el impresionismo? Lo que me hizo identificarme con ese estilo fue el volumen. De modo que en el fondo uno está predispuesto a ser un tipo de pintor desde el principio.
En su obra cambian los temas pero lo que parecería no cambiar es el tratamiento de la forma que constituye su marca, su estilo. ¿Cómo define usted el estilo Botero?
Uno tiene un estilo que es el resultado de una reflexión sobre qué es la excelencia de la pintura.
Si yo trato un tema amable o uno dramático hay un mismo estilo. La única definición que puedo dar es que soy figurativo, porque no soy abstracto. Es una pintura personal.
Tomé un camino aparte, casi opuesto a la mayoría de los otros artistas. No soy cubista, impresionista, surrealista, expresionista. Soy lo que soy.
Lo que a uno le pasa es que uno ve un cuadro y sabe que es un Botero. No pasa con tantos artistas.
Eso creo que es básico en la historia de la pintura. El hecho de que se reconozca a un artista es muy importante.
Todos los artistas que tienen una declaración de principios tan fuertes son reconocibles porque tienen posiciones extremas y muy claras.
¿Cuál es entonces su declaración de principios?
La pintura nace de una reflexión sobre lo que es excelente en el arte.
La pintura debe tener un tema, lo cual es tabú hoy en día en el arte moderno. Debe tener volumen y espacio, algo que también es tabú en el arte moderno que es bidimensional.
Mi trabajo nace de inclinaciones opuestas a lo que se hace hoy. Pero no porque me lo propuse. Nací distinto. Vengo de una pequeña ciudad en Colombia.
No nací en Nueva York, Londres o París. Y además nunca he creído en el colonialismo cultural que desgraciadamente existe mucho en América Latina con pintores que siguen lo que se hace en Londres, París y Nueva York.
He sido siempre fiel a lo que yo pienso que debe ser el gran arte.
Hay otro colombiano igualmente célebre, que se dedica a otra materia artística, Gabriel García Márquez ¿Usted ve alguna relación entre su obra y la de García Márquez que también tiene un estilo muy reconocible?
Los dos nacimos del mismo caldo, de la misma realidad colombiana.
Pero la literatura no puede influir a la pintura, ni la pintura en la literatura. Porque la pintura es intrínseca, especial.
Los dos venimos del mismo mundo colombiano. Pero las esencias son distintas.
Pero aparte de lo colombiano, hay algo desmesurado en ambos. ¿No hay algo Rabelesiano en ambos, una suerte de influencia común del mundo desmesurado de Gargantúa y Pantagruel?
Si usted mira mis catálogos, usted ve que ese mundo Rabelesiano existe en mi obra desde 1955.
En García Márquez comienza en 1966 cuando publica “Cien años de soledad”. Antes era un gran escritor en la tradición norteamericana de Hemingway. Un gran escritor naturalista.
Yo era un pintor desbordado diez años antes. Claro el arte es exageración. Pero él hace un mundo surrealista, en donde la gente vuela.
Yo no hago realismo mágico. Lo mío es improbable pero no imposible.
Cuando pinto obispos bañándose en el mar vestidos de obispos es improbable pero no imposible porque aquí en mi cuadro nadie vuela.
Si uno mira mis obras yo hacía Boteros antes de que existiera García Márquez.
Las figuras humanas de gran volumen han sido un tema central en la obra de Fernando Botero.
Esta elección que hace por lo figurativo puede tener connotaciones sociales y políticas. ¿Como ve esta relación entre lo figurativo, lo social, lo político y su obra?
Yo he hecho anteriormente temas que tenían cierto toque político.
En la época de los 70, con las juntas militares, hubo cuadros que contenían una sátira de la situación. Era un toque entre la poesía y la sátira.
Más tarde hice cuadros con la violencia en Colombia o la tortura en las cárceles de Abu Graib, que tienen una clara intención, no diría política, sino de denuncia.
Yo creo que el arte se basa en temas más amables que dramáticos.
Uno conoce miles de cuadros impresionistas, pero uno no conoce uno que sea dramático.
Los artistas tenían vidas dramáticas, había guerras, pobreza y, sin embargo, los cuadros eran amables, al punto que uno cuando ve un cuadro impresionista, a uno le gustaría estar dentro del cuadro.
Pero al mismo tiempo soy consciente que se puede reflejar una situación dramática manteniendo un gran interés estético.
No es secreto que usted tiene 73 años y seguramente tiene marcha para rato (… risas….), pero también es muy probable que esté llegando a ciertas conclusiones sobre el arte. ¿En cuánto al arte a qué conclusión está llegando?
La esencia de la pintura es la plasticidad. Uno trata que esa plasticidad sea cada vez más efectiva.
Desgraciadamente la gente se fija mucho más en el tema. Incluso los críticos.
A mí me llama la atención cuando leo libros que cuentan mucho sobre la vida del artista, con quién se casó y no mencionan nada de la plasticidad, esa sensualidad que es la esencia de la pintura.
Con los años uno quiere tocar esa esencia de la pintura.
Usted mencionaba un cierto colonialismo cultural en cuanto al arte latinoamericano contemporáneo. ¿Hacia dónde debe avanzar el arte latinoamericano de una manera que pueda incorporar todo la riqueza del arte mundial sin perder su propia identidad en el proceso?
El arte siempre tuvo raíces. El arte egipcio era de Egipto y el griego era de Grecia y el impresionismo es francés y no alemán.
Hoy en día se ha reemplazado esto con la idea del arte internacional, que es el que sale en las revistas de arte de todo el mundo y que es igual en todas partes.
Esto es diferente a la universalidad del arte, es decir, del arte que viene de un sitio pero que es capaz de conmover a todo el mundo.
En Japón se conmueven con Goya que no tiene nada que ver con la pintura japonesa, pero tiene todas las virtudes que lo hacen un arte universal.
Hoy en día uno ve las obras de la mayoría de los pintores jóvenes y las podría hacer un francés o un americano.
Una lástima. Hay obras, tradiciones, en la arquitectura, en el arte precolombino, en el colonial que tienen un sabor muy especial, de América Latina.
Hoy ese arte no tiene importancia para la mayoría de los artistas.
Creo que uno tendría que amar esas cosas que son las nuestras y eso se manifiesta luego en el trabajo del pintor y le da ese espíritu latinoamericano.
Escultura de Fernando Botero Parque Berrio o Parque Botero, en Medellín, Colombia. Foto Exprés.