Los espacios que se dejan deliberadamente o no, son ocupados por otros.
En México la política de abrazos y no balazos ha dejado un espacio vital que de inmediato ha sido ocupado por el crimen organizado.
En la mayoría del país ocupan el espacio y cuidan la plaza mejor que la autoridad, pero donde hay desacuerdo por llenar los espacios, los grupos pelean entre sí por llenar los vacíos.
Ahí es donde se dan los daños colaterales con los números dramáticos de muertes al alza, desde Calderon a la fecha.
El ejército sabe dónde está cada grupo, podría meter en cintura a los que rivalizan, pero la orden es no confrontarlos, por lo que se limitan a observar.
El dinero fluye, tanto donde no hay problemas, como donde los hay. ¿A dónde va ese dinero?
La imaginación es el límite. Es tanto el monto, que alcanza para todos.
Los abrazos son una metáfora; los balazos son una realidad donde los grupos no se ponen de acuerdo para llenar el vacío de autoridad.
Los ciudadanos ya no distinguen a la autoridad, ni les interesa. Quieren paz y si el grupo de la plaza la da, bienvenida.
Sufren y/o mueren los que viven en medio de los desacuerdos.
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Además protesto por la omisión del cuidado de la salud del exgobernador Cesar Duarte, quien corre peligro de muerte en el Cereso de San Guillermo. La responsabilidad es de Maru Campos.
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