Seis meses después de la muerte de los 40 migrantes, llegó la comisión del senado.
Uno de ellos, Álvarez Icaza dice: nadie activó la alerta, y la había. Fue un bombero quien casualmente vio el humo. Creyó que era un auto en llamas, avisó, y al llegar la sorpresa fue enorme.
La orden de no abrir el candado se extendía a la inhumana decisión de no tocar la alarma, ¿O eso entendieron los agentes y madrinas ahí presentes?
Álvarez Icaza relata sorprendido; fuimos la primera instancia federal que acude en los seis meses que han pasado desde la muerte de los 40 migrantes muertos y 27 personas heridas.
Seguía cerrado. Los bomberos rompieron un muro para sacarlos; sin embargo, señala: Garduño sigue en el cargo. Los 27 heridos ya se fueron del país por falta de respuesta. Perdieron la esperanza.
Los muertos no reclaman, y a sus familiares nadie los escucha.
Garduño tuvo la desfachatez de ofrecer al juez de la causa reparar el edificio. Los muertos y heridos no son su causa. Además, dice Álvarez Icaza, hay otros responsables que van a surgir. Esto apenas inicia, porque los muertos y los heridos fueron detenidos en redadas, luego encerrados.
Tratan de tapar todo con gente que no sabe, con trabajadores inocentes que no estaban ahí. Lo que les importa es la impunidad.
Fue un crimen de Estado, concluye Álvarez Icaza. El drama es del tamaño de los 43 de Ayotzinapa y la guardería ABC aunque quieran ignorarlo. Esa es la dimensión.
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Además protesto contra las autoridades de Chihuahua. Maru Campos, gobernadora, es responsable por los riesgos de muerte de César Duarte.
La historia siempre registra y cada quien tendrá su lugar.
Al tiempo.
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