Dios es redondo, de Juan Villoro

FERNANDO MENDOZA J / Exprés

Mi padre, que nunca enfermó, falleció de una forma por demás humilde en febrero de 2009. Era Miércoles de Ceniza, y mi madre había preparado para él una sabrosa capirotada. No pudo consumirla, y fue un dolor de queja de doña Minga.

Don Chente había caído en el hospital a principios de enero. Salió para que le celebráramos su cumpleaños 80 alrededor de hijos y nietos. Y volvió a caer el 6 de febrero, cuando su presión arterial cayó a niveles inusuales.

Su cama nunca estuvo sola. Familia y amigos hicieron fila para cuidarlo. Yo me agregué a la lista, combinando mi estadía en el hospital con el trabajo incesante en el servicio público.

Toño Rosales había llegado tardíamente a la Coordinación de Comunicación Social, en la que yo fungía como administrador. Toño venía del periodismo diario, tenía un portal digital de noticias deportivas y siempre lo recuerdo con una sonrisa franca y abierta. Tenía una pasión por los libros. Hicimos planes fallidos para ir a la FIL de Guadalajara.

Cuando mi padre cayó enfermo, Toño me dio a elegir entre un trío de libros para acompañar el cuidado del querido enfermo con una buena lectura. Elegí Dios es redondo, esperando encontrar un tratado de teología en relación con la ciencia. Pensaba que lo de redondo era como una figura geométrica en la que podríamos hacer una comparativa de la eternidad.

Cuando descubrí que Dios es redondo no tiene que ver con la teología, sino con el futbol, era ya demasiado tarde para cambiarlo. Así, esa noche me apresté a la cama del hospital con aquel librito prestado.

Juan Villoro no es sólo un aficionado, buen aficionado, sino además es un erudito del futbol. En Dios es redondo lo demuestra magistralmente. En este texto, hace un buen recorrido por la historia del futbol a través de sus grandes exponentes, aunque hace un punto central en el caso de Diego Armando Maradona.

Hay que hacer notar que Dios es redondo fue editado por primera vez en 2006, cuando el genio de los grandes Lionel Messi y Cristiano Ronaldo aun no aparecía. Además evita las comparaciones entre Maradona y Pelé, y se disfruta la narrativa exquisita en todo su esplendor.

Ma parece que Villoro hace gala de su espléndida crónica. De hecho, el título que da ocasión a su libro es una serie de crónicas aparecidas en el diario La Jornada. Así, Villoro cronica el futbol, si se me permite usar este verbo. Me llama la atención, en este sentido, el capítulo dedicado a Ángel Fernández, aquel inolvidable y olvidado cronista que se inventó el mote del “deporte del hombre” y quien en compañía de Fernando Marcos hizo época en la televisión mexicana narrando el futbol.

Dios es redondo no es sólo para los apasionado del futbol, sino para aquellos que aman las buenas letras, y que quieren disfrutarlas aderezadas de una erudición deportiva. En el libro hay suficiente sabiduría para amar a este deporte, y dejarse envolver por la pasión.

Así, entre un ojo a la bolsa del suero de mi padre y otro ojo a Dios es redondo, pasé aquellas noches espantosas, acompañado de la redondez de un balón de futbol y de la crónica redonda de Villoro. Pasé del futbol cuadrado de los mundiales de los 50, al bullicio de los 60 y de la máquina naranja de los 70. Llegué a la Argentina del 78, sin Maradona pero sí con el ejército, saliendo con la copa del mundo. Y me quedé admirado de las conversaciones con Jorge Valdano, otro gran erudito.

Total, que Dios es redondo fue fiel escudero de mis noches de desvelo, y así pude constatar que mientras consumía cada página del libro, la vida de mi padre también se consumía, lenta pero inexorablemente.

La última página la consumí la noche previa a la muerte de mi padre. Quedé satisfecho con ambos hechos. Un estupendo libro, un estupendo padre. Ninguno de los dos se fue del todo; ambos se quedaron en mi vida.

Contrario a lo que pudieron pensar. Sí devolví el libro a Toño Rosales. Luego compré el mío. No me he atrevido a re leerlo, temiendo que mi padre me ponga nostálgico. Ya habrá oportunidad. Mientras, hay vida. Nos leemos la próxima.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *