Dios elige los tiempos de cada quien; dispone las pruebas de fe, y ahí, y entonces, hay que mostrar que somos dignos de su gracia.
Nadie se escapa de su juicio, y si bien no castiga, tampoco se le engaña.
El Espíritu Santo, aliado permanente en nuestro diario vivir, nos ayuda y guía.
Pero en la vida diaria la vibra de cada ser humano atrae su karma, y nadie se va sin abonar o pagar las que debe.
En este nuevo año, acompaño a César Duarte en la prueba de fe que Dios le impone.
Él donde está, y yo desde esta modesta trinchera. Pero ninguno descansará hasta lograr que cada quien sea puesto en su lugar. Al tiempo.
Nada es para siempre. La ingratitud, la flaca memoria, y la conveniencia del hoy, no son sistema de vida que dure.
Es castillo de naipes que se derrumba a su tiempo.
Hay quienes gozan de la salud que repartió el hoy encerrado, cuando enfermen de nuevo no tendrán a quien acudir.
Ya el mundo sabe quiénes son.
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