Ante los abusos y la tortura que le infligen los directivos del penal cada vez que deben llevarlo al hospital, César Duarte apuesta por su vida.
Primero el martirio de la espera con dolor por horas; luego de llegar al hospital inician la infame presión contra médicos y directivos para que lo den el alta y puedan regresarlo al penal.
De paso aprovechan para agredir a familiares y amigos que lo visitan, o preguntan por su salud.
Las dos veces anteriores fueron copia una de otra.
Además de las mentiras ordenadas a médicos que se prestan, o son obligados, para desmentir sus padecimientos lo que han llevado al límite al exgobernador Duarte, que percibe que todo ese dolo es para acabar con él.
El exgobernador ha decidido hacer el último esfuerzo por conseguir atención médica seria y de verdad, o morir en el intento, pero dejando la carga de su posible muerte a quien encabeza la justicia y, por otro lado a quien lleva la administración penitenciaria en el Estado.
César apuesta su vida.
Veremos si la justicia del estado, y la administración de los penales que dependen del ejecutivo, deciden llevar esa carga moral en su corazón de por vida.
Las cartas están echadas.
Humanidad y justicia, contra rigor y venganza.
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