La analfabeta que era un genio de los números, de Jonas Jonasson

FERNANDO MENDOZA J / Exprés

Jonás Jonasson es un maquiavélico. Así lo oí de labios de un joven señor apenas mayor que yo. No me di por aludido, porque a ese tal Jonás -que no es el señor tragado por una ballena- yo no lo conocía entonces.

Pero así como sucede en las redes sociales, que te detienes en un anuncio que te ofrece jaguares vivos en el África meridional y todo se vuelve inmediatamente después en ventas de cocodrilos y jirafas chihuahuenses en Puebla. Pues esto mero también me sucedió a mí con el Sr. Jonasson a quien entonces no conocía.

Apenas oí lo de maquiavélico, al día siguiente me apareció una reseña de El abuelo que saltó por la ventana y se largó, libro que abrió la vida literaria del susodicho. Me pareció interesante, pero más me extrañó lo extraño del momento en que había aparecido. En fin, me dije a mí mismo, y me enfilé a casa a comer capirotada.

Tres días después, estuve en el mítico local de la calle Ocampo, en la librería Infinito, de Willy y Lili. Allí, donde comenzó la gran aventura de libreros de estos amigos.

Bajé el escalón, justo a la izquierda de la entrada, y me enfilé a la primera mesa. Y allí estaba La analfabeta que era un genio de los números. ¿Por qué me tiene que seguir este Jonás?, fue mi primer interrogante. Para deshacer el encanto hube irremediablemente que comprar el libro a 78 pesos. Y heme allí en plena Cuaresma, vestido de sayal, envolviéndome en la lectura irónica y llena de risa del entonces desconocido Jonás Jonasson.

No creo que el tal Jonás sea un maquiavélico, pero juega tan bien con sus letras, que uno termina creyendo que es un maquiavélico. Y en ese juego, hay risas a montones. Debo admitir que yo me reí mucho con este texto. Una risa muy a lo Ibargüengoitia. La trama, y no el diálogo, muy irónica, te causa risa.

Leer a Jonasson es muy entretenido. Divertido.  Es un deleite leerlo.

Jonás juega con la historia que cuenta. Juega con el lector. Comienza en Sudáfrica, recorre una buena parte del mundo y concluye en Suecia. Nombeko es la niña analfabeta que es un genio con los números. Gracias a su habilidad, ha sabido salir adelante en su natal Sudáfrica.

Esta habilidad con los números la lleva a conocer a unas personas que en primera instancia son más que ordinarias, pero que con el paso del tiempo se convierten en importantes para la historia que se está contando pero también para el mundo.

Y allí impera la habilidosa narración irónica del sueco Jonasson. Ironía fina. Además de una divertida lectura por las aventuras y pericias que vive Nombeko.

Así, la niña que era analfabeta, que tiene una gran habilidad con los números, que vivió una infancia ordinaria y que gracias a unas extrañas coincidencias se convierte en una pieza clave para la supervivencia de toda la humanidad. En medio, hay historias transversales que hacen adentrarse en cada personaje, para vivir en carne propia cada peripecia de la niña con habilidades con los números.

Hay quien dice que el trasfondo de toda la historia es político. Quizá. Yo me quedo con el disfrute de cada página. Porque además de que la historia te atrapa, te revuelca de risa, te entretiene en demasía, Jonasson sabe escribir y lo hace muy bien.

En casa me espera El abuelo que saltó por la ventana y se largó, y en librerías El abuelo que volvió para salvar el mundo y El matón que soñaba con un lugar en el paraíso.

Por cierto, el libro que compré en Librería Infinito trae en la última página un número telefónico de un tal Alan. Pero como no soy tan cruel ni tan maquiavélico como cierto presidente, no doy a conocer ese número de teléfono del tal Alan.

Es Cuaresma, los invito a ayunar de prójimo y de canciones de Bad Bunny: hacer un bien a la humanidad. Nos leemos la próxima. ¡Hay vida!

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