Javier Corral, el religioso perverso que se santigua con la derecha y se roba con la izquierda lo del pueblo.
La frase con su foto es un retrato egoísta de sí mismo. No tiene principios, ni finales; los valores los confunde con sus cuentas.
Sus batallas son en retirada, por los daños causados y la información de que dispone es que si se dobla sin rubor ni sonrojo, se le perdona por el Dios de barro al que ahora mal sirve.
Y mañana, cuando ya no sea útil, lo traicionará como a todos los chihuahuenses. Esa pequeñez de hombre se dibuja cuando Javier Corral publicó su foto con esta frase:
«Uno toma decisiones, no solamente por los principios que te animan; los valores a los que eres leal. Tomas decisiones por las batallas que has dado, pero también por la información que dispones”.
Como dice el conocido dicho Egipcio: “Después de mí, el diluvio”. Ese es Javier Corral con la tentación de los que en el camino pierden la meta, y en vez de pensar en los demás, piensan en sí mismos, sin experimentar ningún tipo de vergüenza. Más bien, al contrario se justifican.
La iglesia a la que tanto lo llevaron de rodillas, es la comunidad de los fieles; el Cuerpo de Cristo desde la salvación de un miembro, está encaminada a la salvación de todos.
Pero este mal formado individuo es en cambio motivo de escándalo y de conflicto. Es indudable que han exaltado la creencia como si pudieran ser felices solos, como islas, entre humanos y no faltan ideas, ni políticos, como él, que torturó, extorsionó, corrompió y aplastó a tantas personas inocentes en Chihuahua.
Es corrupto y corruptor de quien y con quien se acerca; o lo deja que se acerque,
Parafraseado de citas del Papa Francisco. (29 de abril de 2017) Viaje Apostólico.
Breviario
ciernes.- que pierde su primera y única pelea; al joven prófugo que tras reprobar la escuela, huye en tren.
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