FERNANDO MENDOZA J / Exprés
Recuerdo la primera vez que entré. Afuera hacía un calor de los mil demonios, y apenas atravesé el umbral del edificio, el fresco ambiente me hizo alegrar. Era todo muy amplio y decorado con colores pasteles. Una música suave apenas audible. Nos recibió un librero enorme, pero con apenas unos pocos libros acomodados para que se viera la portada.
Me detuve a contemplarlos. La última edición de unos títulos de moda. Sabían lo que se vendía. Atravesé la primera pared. Ante mi vista pude admirar el montón de lecturas que tenían acumulado. Me pueden dejar aquí y regresar en unas cuatro o cinco horas, dije a Dora.
Era una tienda de Barnes & Noble en El Paso. Una extensa y bien surtida librería que yo descubriría por allí de inicios de los dos mil. Aunque no la visitaba en todas las visitas de shoping familiares, si acudía de vez en cuando. Intentaba quedarme solo para disfrutar como me gusta la visita a una librería bien surtida. Tomaba dos o tres libros y me sentaba en sus cómodos sillones y los hojeaba. Recorría lentamente su sección de libros en español y duraba largos minutos que de pronto se convertían en horas.
Me vinieron estos gratos recuerdos mientras leía esta semana la noticia de la muerte de Leonard Riggio, el fundador de Barnes & Noble. Cuántos libros hojee gracias a la visionaria idea de este empresario que se sentía gustoso de que sus potenciales clientes llegaran a la tienda, se sirvieran café y tomaran sus libros mientras estaban repantigados en sus cómodos sillones color pastel.
Esa noche de la noticia llegué a casa buscando en mis libreros algunos de los títulos que compré en Barnes & Noble de la I-10 de El Paso. Sabía que debía tener una decena. Pero no aparecían. Moví libros, bajé otros, subí unos pocos. Ninguno. Entonces recordé que había cambiado de lugar a Mario Escobar. Me fui al librero de la recámara y allí estaba Canción de cuna de Auschwitz, de Mario Escobar.
Debería estar junto con los otros que hablan de la segunda guerra mundial. Ya la cambiaré.
Mario Escobar es especial. Es novelista e historiador. Sus libros son una mezcla de ambas actividades. Al tomar sus textos literarios sabe uno que son novelas, pero al meterse de lleno en sus lecturas, parecen tan reales como una narración periodística, de esas que hacen la historia.
Canción de cuna de Auschwitz no es la excepción. Parte de la historia real de unos diarios que escribió Helen Hanneman y que aparecieron en los documentos de los archivos del criminal Mengele, a quien yo mismo me niego llamarle doctor.
Helen es alemana, pero su esposo es gitano. Tienen cinco hijos, pero por tener sangre gitana, los nazis no los consideran arios. En 1942 el esposo y sus cinco hijos son aprehendidos por los nazis y conducidos al campo de concentración de Auschwitz. Helen no es aprehendida pero decide unirse a la misma suerte de su familia.
Hasta aquí la historia real. Luego viene la historia de la ficción.
Mario Escobar nos conduce a la emoción terrible de la tragedia y cómo desde la tragedia se puede encontrar la esperanza necesaria para soportar cualquier dolor. Narra casi con crueldad lo vivido dentro del campo de concentración. Dolor. Sufrimiento. Muerte. Deshumanismo. Terror. Más muerte.
Pero Helen no es una mujer ordinaria. Su prioridad son los niños. Se conmueve ante su candidez. Los niños son los menos culpables de la tragedia circundante. Decide hacer algo por ellos, aunque fuera tan poco porque poco tenía. No solo protegerlos y cuidarlos, sino hacer que su vida no fuera contaminada por el terror del campo de concentración.
A través del trabajo de su “guardería” decenas de niños que acompañaban a sus padres presos pudieron vivir su infancia más decorosa.
Canción de cuna de Auschwitz se convierte en una canción de esperanza para reconocer desde la ficción la historia real de Helen, la alemana que siguió a su familia para vivir en un campo de concentración.
Con este libro se puede conocer la pluma de Mario Escobar. Una pluma de fácil lectura, pero con profundidad. Hace vivos a sus personajes y siempre imprime el don de la esperanza en sus textos.
Cuando decido colocar en el lugar debido a Canción de cuna de Auschwitz me topo con la biografía de Steve Jobs de Walter Isaacson. Está intacta. No está abierta. La compré en Barnes & Noble también. Ya tendré tiempo para encontrar los otros que importé y que se niegan a descubrirse.
Nos leemos la próxima. ¡Hay vida!