Salinas cambió la vida a México con el NAFTA o TLCAN, ahora TMec que ha hecho posible multiplicar, hasta hoy, por 7 nuestro Producto Interno Bruto.
Su problema fue Raúl, las muertes de su ex cuñado, cardenal y Colosio, además de Marcos y la rebelión del sur.
Peña afectó el interés de maestros y otros sindicatos poderosos como Pemex, CFE, Telmex y otros, además de tocar el corazón (bolsillo) de los empresarios con sus reformas estructurales.
Ambos pudieron ser los dos mejores presidentes de la historia moderna de México. El problema de ambos fue que no entendieron que no se puede ser un gran reformador, y corrupto al mismo tiempo.
Hoy siguen en el basurero de la historia y son parte de los malos gobernantes que le abrieron camino a AMLO, quien prometió echar abajo las reformas (de Peña).
Lo hizo con la reforma educativa; no pudo con la energética, aunque ahora tiene los votos para cumplirlo.
Pudo refrendar el triunfo con los programas sociales, que han permeado bien a la sociedad, pero enmascaran el retroceso en que ha metido al país.
Lo malo es que no ha terminado, y en los días que le restan hará tanto daño como pueda.
El país no le importa. Mostrar su poder sí.
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