En un país republicano, en toda acción legislativa que reforme la constitución, la última palabra la tiene el Poder Judicial.
El diseño no lo hizo el Poder Judicial, es así en una República que se precie de ser democrática y que respete la división de poderes.
No se vale recurrir a la legitimidad de los votos para pisotear las atribuciones de la división de poderes.
Omiten decir que hay un mes para revisar la constitucionalidad de una reforma después de su publicación.
El engaño a la sociedad es inconcebible y descarado, además de las amenazas de juicio político a los ministros.
Fernández Noroña olvida que es presidente del senado, y se comporta como porro o esquirol a las órdenes del otro poder.
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