El PRI fue una hegemonía autoritaria, represora y los eventos del 68 y 71 son heridas abiertas en la Sociedad.
La corrupción campeó por sus fueros, junto con el nepotismo y muchos otros abusos y horrores históricos.
Aún así fue posible ir haciendo acuerdos, hasta que fue posible que en elecciones llegara la oposición. Hoy la narrativa de la mayoría está en una dirección en la que no se hablan con quienes son minoría y que son parte de quienes hacen política en México.
Estamos en una situación maniquea en donde la política pierde su esencia para ser una decisión de conmigo o contra mi.
Alguien tiene que cambiar su actitud para restablecer el diálogo, o esto se convertirá en una línea de decisiones verticales sin oír opiniones, ni buscar consensos, y, donde sólo una mayoría se impondrá por la fuerza de sus votos.
Nada bueno nos espera.
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