FERNANDO MENDOZA J. / Exprés
Hay amigos que siempre están presentes a pesar de no verse presencialmente, o apenas verse tres cuatro veces en el curso de quince años. Es mi caso.
Ya he contado cómo conocí a Jorge Traslosheros. Es de esos amigos que siempre están, que le haces una pregunta y tienen invariablemente una respuesta que te ayuda a pensar y resolver la duda, que te saca de la nada una risa a carcajadas o bien te hace meterte a una profunda reflexión.
A Jorge lo conocí por mera coincidencia. Profundizamos en nuestra amistad gracias al correo electrónico y se convirtió en imprescindible gracias al WhatsApp. De vez en cuando nos toca hablar por celular. Nos hemos encontrado en tres ocasiones, incluyendo la última vez acá en Chihuahua cuando vino con su familia a conocer la Sierra Tarahumara.
Platicamos de muchos temas porque nos unen muchos temas. Fe, esperanza, caridad, política, literatura, historia… Compartimos lecturas y nos recomendamos libros.
Gracias a él le debo mi amor a los saberes de Joseph Ratzinger, acercarme a Javier Sicilia, volver a leer El sentido religioso de Luigi Giussani, ubicarme con Anthony de Mello y su Canto del pájaro… Con Jorge he entendido tan bien eso de que el cristiano no debe ser un hombre aburrido con cara avinagrada, porque la vida a través de él la he descubierto con sana diversión, y no paro de asombrarme de su capacidad de entender tan fácil pero profundamente la vida y cómo es tan ágil para sus análisis de la realidad.
Hace un mes, más o menos, me dijo que presentaría un libro por Facebook Live. Si puedes verlo te gustará. Me dijo. Y por esos azares divinos, pude y la vi. Sus recomendaciones no fallan. No falló.
Biografía de la verdad, de Guillermo Hurtado, es un magnífico libro. Jorge dice que Guillermo es un hombre magnífico. Le creo.
Déjenme les platico primero de Guillermo Hurtado. Es filósofo. Es de la UNAM. Ha escrito varios libros de filosofía y es un columnista del diario La Razón, en el que escribe dos veces por semanas de variados temas pero siempre muy claros y profundos. Era ateo. Era. En el 2011 fue invitado al Encuentro de Asís con el Papa Benedicto XVI, en el que participaron no cristianos, gnósticos y ateos. Después de un proceso no exento de vicisitudes se encontró con Dios y ya no pudo alejarse de Él. Su conversión la narra en Dialéctica del naufragio, un librito del Fondo de Cultura Económica, publicado cuando aún era una buena editorial y no el bodrio en que se convirtió.
Biografía de la verdad nos lleva a hacer un recorrido histórico sobre diversas teorías acerca de la verdad y de cómo llegar a ella. Además nos hace aterrizar a la aportación del autor gracias a lo que él mismo llama la genealogía de la verdad.
Aunque es un libro de filosofía, no es necesario tener extensos conocimientos de la disciplina para poder entender este texto, gracias al estilo tan didáctico que usa Hurtado para acceder fácilmente a cada uno de los temas. Si yo que soy neófito para la filosofía lefui entendiendo, con mayor razón usted, estimada lectora, estimado lector, podrá acceder a estas interesantes cuestiones.
Cada uno de los cinco capítulos que componen la Biografía de la verdad tiene su importancia e interés, pero a mí me dejaron más que complacido el cuarto y el epílogo.
Disfruté cómo Guillermo Hurtado nos lleva del estudio y análisis de la no-verdad y la anti-verdad a la verdad, a través de su genealogía, y cómo va relacionando la verdad con el bien para culminar con el amor y la verdad.
“La manera más fidedigna de entender el rol de la verdad en la vida desde una moralidad de inspiración cristiana -aún predominante en Occidente- es sostener que el amor al prójimo no puede estar, en principio, por debajo de la norma universal de decir la verdad”. Los que piensan distinto, parafraseando a Hurtado, son puritanos de la verdad.
Esto me recuerda tanto a Benedicto XVI con aquello de la verdad con caridad y la caridad con la verdad.
Ese cuarto excelente capítulo concluye con una frase que seguro en algún momento encuadraré: “Buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad. Insisto: buscar, no decretar”.
Del epílogo mejor ni le cuento, pero me parece que describe fielmente el momento actual de nuestro querido y tan vapuleado México. Deberían leerlo… ¿No tienen el libro? ¿Pues qué esperan para comprarlo y leer ese epílogo que ningún párrafo tiene pierde? Solo diré que habla de la crisis de la verdad. “La verdad está secuestrada (…). La crisis de la verdad nos ha distanciado de la verdad y ello nos ha afectado de una manera muy honda”.
Mi estimadísimo amigo Jorge -como tantas veces- se ha quedado corto en lo que me dijo. Disfruté muchísimo la Biografía de la verdad. Gracias Jorge, por esto y por tanto. La próxima debe ser con un pulque, un sotol y un Anxelin. Saludo a toda la familia.
Nos leemos la próxima. También hay vino tinto. ¡Hay vida!