FERNANDO MENDOZA J. / Exprés

Era octubre. El mes de las lunas bellas y quizá el de mejor clima del año. En un respiro entre trabajos y clases, me apronté -dónde si no- en la Librería Infinito, con la finalidad de ver detenidamente el material exhibido.
No estaba Lili, solo Willie. Saludos cordiales. El clima. El sol. La chamba. Las ventas. La plática cotidiana. Luego, a ver lo que está. Historia. Política. Libros viejos. Literatura.
Me encuentro un libro de los años 60 o 70 del siglo pasado, de la clásica Editorial Jus, escrito por Andrés Barquin y Ruiz. Me llama la atención el título: Cristo, Rey de México. Lo quiero dejar, pero hay algo que me lo impide. No sé qué. Dudo. Hago muecas. No era lo que buscaba, pero no puedo dejarlo. Lo abro y me encuentro con un sello: Tere Ortuño Gurza. Este libro perteneció a mi jefa (la sigo llamando así aunque ya no es mi jefa, pero su liderazgo, don de gentes y sabiduría siempre estarán allí). Se lo llevaré y servirá para compartir unos buenos cafés y platicar con quien considero es la gran política que tanta falta le hace a la política de hoy.
En mi caso, casi es ley salir de la Librería Infinito con dos libros. Sigo ojeando por allí y por allá. En la penúltima mesa de en medio aparece Indocumentadas, de Johnny Shaw. No he leído nada ni del título ni del autor, pero siempre hay oportunidad de encontrarse con algo nuevo y probar.
He allí que Indocumentadas quedó en el espacio del librero para las próximas lecturas, que semana tras semana va creciendo y que poco disminuye con el transcurrir de los días.
En noviembre gana Trump las elecciones en Estados Unidos. Viene su discurso en contra de los indocumentados, lo que me hace recordar el libro. Pero lo dejo para después.
Para Navidad, buscando otro texto vuelve a parecer Indocumentadas. Me decido. Y ahora escribo de él, a unas horas de que Trump pueda hacer realidad su discurso que puede hacer tanto daño a ambos países.
Johnny Shaw es un escritor que nació y creció entre Mexicali y Calexico, en la frontera que divide el desierto geográficamente. Indocumentadas no es su primera novela. Ahora vive en Oregon.
Indocumentadas narra la historia de tres mujeres que debieron abandonar su país por diversas causas y ahora viven en Estados Unidos de una manera nada grata.
Ostelinda llegó a través del engaño de una secta que le ofreció la gran oportunidad de vivir en Estados Unidos y además la ocasión de tener un trabajo en una fábrica textil. Pero su estancia allá ha sido un infierno. Vive en la esclavitud.
Luz es mamá soltera, sin mayores estudios, desempleada y muy estresada por su situación. Deja su hogar y a su hijo para buscar una mejor alternativa de vida del otro lado del río. Tiene seis años allá, pero vive envuelta en sus problemas y su pensamiento vuelve una y otra vez con el hijo que dejó acá. Eliseo, su hijo, cruza la frontera pero el entorno de allá no es lo deseable. Eliseo desaparece…
Nadia vive el infierno de las drogas y el alcohol allá. Tenía otra vida acá: era periodista, pero su imprudencia y las ganas de denunciarlo todo ha provocado que un grupo delictivo relacionado con un cartel de las drogas le haya puesto precio a su cabeza. Huye de la noche a la mañana, dejando todo y enfrentándose a su nuevo reto. Intentando olvidar la amenaza cae en el mundo de las drogas.
Los caminos de estas tres mujeres, cuyo pasado fue muy distinto, se cruzan coincidentemente en Los Ángeles. Intentan alentarse y apoyarse en solidaridad. No es fácil en un mundo que no conocen y que incluso las quiere fuera. Es el mundo al que se enfrentan las indocumentadas.
El texto de Shaw no es de lo mejor que haya leído. De pronto, la narración se vuelve plana y predecible. Los personajes están bien planteados y configurados, pero hay algo en ellos que no los hace tan creíbles. Sin embargo, la problemática planteada es algo tan real y peligroso que vale la pena leer Indocumentadas para adentrarse con la literatura a ese ambiente tan difícil.
En unas horas Trump llegará a la presidencia y desde semanas atrás ha anunciado al mundo sus intenciones sobre el problema de los indocumentados y ha sido muy abierto para decir lo que hará en torno a ello.
Son tiempos difíciles. Para Estados Unidos y para México, y con ellos para el resto de América Latina y el mundo entero. Ojalá que la cordura le gane a la locura.
Yo, por lo pronto, ya gané un café con Tere Ortuño. Hablamos de muchos temas. Salí enriquecido, como siempre que platico con ella. Debiera haber más libros de ella por allí, para encontrarlos y tener el pretexto perfecto para una siguiente plática.
Nos leemos la próxima. ¡Hay vida! También vino tinto.

Interesante, y a la vez la gran incertidumbre de lo que pasará con México, estando Trump al frente de Estados Unidos.