Los sietes principios del Camino de Santiago, de Victor Prince

FERNANDO MENDOZA J. / Exprés

Era una noche de bohemia en Santa Isabel, con un clima espléndido y alrededor de una botella de vino tinto y otra de rosado Beringer. Las pláticas eran recurrentes y se hacían tan largas como la tarde y la noche que afuera caían sin que nos diéramos cuenta. Los temas eran tan variados como el Pantone para elegir el color exacto de una pared.

En algún momento, no sé ni cuándo ni cómo ni porqué, salió el tema del Camino de Santiago. Lo imaginamos y lo soñamos. De allí pasamos a pensar en un camino semejante en México… y luego en Chihuahua. ¡El Camino de Maldonado!

Eran los primeros años de la década pasada. En esas noches bohemias estábamos René, Norma, Dora y Fernando, quien esto escribe. En esas noches que se convertían en madrugadas se fueron confeccionando un montón de sueños, de viajes, de escapadas y poco a poco el Camino de Maldonado se fue creando en la mente.

Creímos necesario realizar el Camino de Santiago para vivir la experiencia. Recuerdo una noche en que Mons. Víctor Melchor Quintana, recién nombrado Obispo de Nuevo Casas Grandes, en la sazón estuvo en la casa de Chayotitlán, le comentamos los planes del Camino. Nos alentó, nos sugirió lugares para visitar en Europa y nos dijo que acortáramos tiempos…

Fuimos en dos ocasiones, en 2015 y 2019. Tenemos nuestra compostela y un montón de experiencias. La idea era aplicar todo ese bagaje en el Camino de Maldonado, pero vino la pandemia y rompió los planes.

Para prepararnos a esa vivencia, yo fui reuniendo mis libros. Vimos también algunas películas. Leí una media docena de libros sobre el Camino, entre ellos Los siete principios del Camino de Santiago, escrito por Víctor Prince.

He de decir que no soy muy adicto a los textos de superación personal. De todo lo que adquirí fue el último que leí. Y aunque tiene toda la estructura de un libro clásico de superación personal, puedo afirmar que sí me dejó algunas enseñanzas.

El texto comienza con una historia del Camino, que no es muy amplio pero sí aporta un conocimiento general. 

Viene luego el capítulo que contiene el espíritu del Camino, que más que espíritu habla sobre los documentos que inspiran esta ruta. Se trata de dos documentos: uno, al principio que es la credencial del peregrino, en el que se van poniendo los sellos en la medida que se van transitando las distintas etapas; y el otro que es la compostela o diploma de haber hecho el recorrido. Se requiere al menos caminar 100 kilómetros para que otorguen este documento.

Después sigue la descripción detallada de cada uno de los siete principios que el autor fundamenta, a saber:

  1. Dar la bienvenida a los placeres y desafíos de cada día
  2. Hacer que la gente se sienta bienvenida
  3. Levantar la vista del plan y vivir el momento
  4. Compartir con los demás
  5. Aprender de tus predecesores
  6. Apreciar a aquellos que caminan contigo hoy
  7. Considerar aquellos que te seguirán.

Lo cierto es que el Camino de Santiago enseña verdaderamente estos principios y algunos otros más.

Hacer el Camino cambia la vida, la manera de vivirla, la forma de compartirla. Hacer el Camino te ayuda a superar límites, a insistir para conseguir tus metas, a sufrir para alcanzar tus planes, a levantarte aunque te duela tu cuerpo, te enseña a subir laderas y bajar pendientes y reservar las energías para completar la ruta.

El Camino no es simplemente una peregrinación. Es más que ello. Lo dice el autor y lo confirmo yo.

Estos mismos principios (y otros tantos más que no se enuncian en el texto) son también enseñanzas para cualquier Camino, incluyendo el de Maldonado, que en aquellas noches bohemias soñamos.

Si algo aprendí con el que acabo de hacer es que si se sueña se puede realizar. No lo digo por mí, sino por quien no dejó que el sueño se quedara en mera ilusión. René Molina movió cielo, mar y tierra para realizar este Camino. Cuando aparecían nubarrones y todo parecía encallar, se dejó llevar por la suave brisa de la fe, y el Padre Maldonado intercedió.

Si el sexto principio que señala Víctor Prince dice que debemos apreciar a los que caminan con uno, debo reconocer que el Camino de Maldonado me acercó a personas muy valiosas, y en los tres días pude conocer a decenas de peregrinos que no se amilanaron ante el sufrimiento y aún con las heridas perduraron bajo el sol para alcanzar la meta. También conocí a un loco, que en las horas más aciagas nos ponía a cantar La Guadalupana.

Hay mucho que aprender de ambos caminos, comenzando por estos siete principios. Ojalá que mis cuatro lectores se animen a hacer cualquiera de los dos… o los dos.

Mi reconocimiento a René por su trabajo. Buen camino.

Nos leemos la próxima. ¡Hay vida! También vino tinto, aunque falten compañeros de copas.

Un comentario sobre «Los sietes principios del Camino de Santiago, de Victor Prince»

  1. ¡Wow!, los principios para la vida diaria. Bienvenidos.

    Muy cierto que en momentos del camino conoces personas que dejan huella en nuestra vida.

    Animada estoy para hacer el Camino de Santiago y nuevamente el de Maldonado.

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