La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker

FERNANDO MENDOZA J. / Exprés

Dice la clásica frase que para dejar huella en esta vida hay que hacer tres actividades: tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. 

Tengo dos hijos y por si Dios quería ser magnánimo conmigo además me ha dado un nieto. Así que cumplo la primera tarea.

Hace muchos años me dio por sembrar uno de esos hermosos árboles con una copa increíble y una sombra muy fresca. Ficus, se llama. Había prendido, pero de pronto le dio por secarse. Tres años después hice un hoyo más profundo en el centro del patio -que me recuerda el patio en que fue amarrado Aureliano Buendía en la casa de Macondo- y volví a plantar otro ficus. Ahí le llevaba pero a la primera helada falleció de frío. Me convencí que los ficus no se me iban a dar. Hace un año, tres meses, dos semanas y un día sembré un árbol, cuyo nombre olvidé. Sigue vivo y en esta primavera le ha salido un gran rebrote de hojas verdes que me dio la esperanza de que crecerá hasta su límite. He cumplido la segunda tarea.

Por allá del 2013 o 2014, no recuerdo bien, recorría yo los atestados pasillos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Una chica joven y de cabellera china se me acercó y me dio un largo discurso en unos cuantos segundos que me apabulló la conciencia. Me siguió insistiendo mientras pasaba por los pasillas desolados de las universidades públicas. Su objetivo era convencerme de que escribiera un libro y la empresa en la que ella colaboraba me lo editaba y publicaba. No logró su objetivo pero me convenció secretamente de que debía escribir un libro.

Si piensan que no he cumplido la tercera tarea se equivocan. Por allá de finales de los 80 y principios de los 90, se me acercaron los directivos de Cáritas Chihuahua para solicitarme que les escribiera su historia. Así lo hice. Tarea cumplida.

Pero se me quedó en la cabeza la idea de escribir un libro de ficción siguiendo la idea de la chica de cabellos chinos. Rondábame esa idea cuando en el stand más atestado de la FIL tomé el libro del suizo Joël Dicker La verdad sobre el caso de Harry Quebert. Se me acercó entonces el dependiente. “Excelente elección, no solo es un thriller, sino un mini curso de cómo escribir un libro”.

La historia creo que ya la pueden dilucidar. Lo compré y consumí sus 660 páginas en apenas unos pocos días. Excelente elección, no solo es un thriller, sino un mini curso de cómo escribir un libro.

La novela negra no es un género que me atraiga. De hecho, le rehúyo. Pero La verdad sobre el caso Harry Quebert me llamó la atención desde las primeras páginas. La joven de 15 años Nola Kellergan desparece sin dejar huella en el año de 1975. Después de la una amplia investigación no se encuentra ni su cuerpo ni al asesino. Aparentemente el caso se archiva.

Harry Quebert es un escritor cuya novela recién publicada ha tenido un éxito increíble. Marcus Goldman, alumno de Harry, lo visita en el 2008 para solicitar sus consejos porque se quiere convertir en un escritor tan afamado como él. 

Cada visita, Marcus recibe una buena dosis de consejos para escribir. El uso de los verbos y el gerundio, el significado de cada palabra, la precisión de las frases, el arranque de una historia, cómo cerrar y rematar… A la vez, Harry ve desvelando ciertos hechos ocurridos en el pasado que el escritor parece esconder.

En un momento dado, Goldman descubre que Harry tuvo una relación con Nolan, la joven desaparecida. En ese trajinar, se descubre que en el jardín de Quebert está el cuerpo de Nolan. El escritor es arrestado y acusado de asesinato.

Entonces, Marcus decide escribir su libro contando la historia del caso de Harry Quebert para demostrar la inocencia de su mentor.

Como thriller, el texto es excelente. La trama es contada de tal manera que se va uno metiendo en la misma y no hay respiro en el desarrollo de la historia, que es muy bien contada.

Como libro de consejos para escribir un libro, digamos que sirve para comenzar. No es propiamente un manual ni está hecho para ello. Sin embargo, si hay tips que se pueden seguir. Si usted es de mis cuatro gentiles lectores y quiere publicar su propios textos podrá encontrar en La verdad sobre el caso Harry Quebert certeros consejos para sus escritos.

Pude leer posteriormente Los últimos días de nuestros padres del mismo autor y me arruinó la semana que invertí en leerlo. No siempre estamos hechos para todos los libros ni siempre podemos tener la misma calidad en los escritos. O el tiempo preciso en que se lee no es el adecuado para ese texto. Tengo resquemor para los otros dos que ha publicado.

Por lo pronto, ya cumplí mis tres tareas. No me siento satisfecho aún. Vamos en el camino de la felicidad.

Nos leemos la próxima. ¡Hay vida!

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