La Presidente Claudia Sheinbaum ha estado defendiendo con vehemencia al Expresidente AMLO, al Almirante Ojeda y a Adán Augusto para librarlos de acusaciones.
En el caso del contrabando de diésel, llamado huachicol fiscal, los hermanos Farías Laguna no son más que la fachada de algo enorme, grande y sistemático, operado por y desde el mismo gobierno.
La presión de los Estados Unidos se ha centrado en que no haya impunidad ni compromisos de protección.
Esta presión tiene a la Presidente en un dilema que está dilucidando, pero no se trata de si absuelve o no con su defensa a uno, a dos, o a todos los involucrados, sino de cómo hará para que haya justicia como exige el país vecino.
Procurar justicia le toca a ella; impartirla le correspondería al nuevo poder judicial, pero también pueden pedir extradición de varios personajes involucrados.
Todo esto asusta a la cúpula de Morena, porque están metidos todos los de la primera línea del partido.
Y cuando se dice que todos, no se habla de 100 marinos con jerarquía, ni unas docenas de empresarios, sino de la primera línea del gabinete anterior y del actual.
La lista de nombres asusta, pero creo que también será liberadora.
Hasta hoy, la Presidente defiende en público, pero da luz verde en privado a las investigaciones.
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