Cuadratín / Exprés
Durante años, Silvia Urquidi, fue una cercana colaboradora de Juan Gabriel y también testigo en los momentos más difíciles del “Divo de Juárez”. Hoy, en entrevista para Quadratín, confiesa su inquietud por el nuevo documental de Netflix.
“Había cosas más importantes que contar sobre Alberto… pero ver que sus enemigos son quienes narran su historia me deja pensando, esto lo refiere Urquidi, ya que se proyectó un aspecto polémico: las veces que Juanga estuvo en la cárcel.
El sacar esas dos veces Alberto había estado en la cárcel a mí me deja mucha inquietud; ¿porque darlo a conocer cuál fue el fin de que lo hicieran? Creo que había cosas más importantes que se podían manejar; dejando entrever que ella no lo hubiese revelado.
Y continúa: creo que la dirección y la producción de María José está muy bien, yo la consideraría positiva.

Recuerda aquellos días en Las Vegas, en 1999, cuando Juan Gabriel recién había comprado su casa.
Alberto, le pidió a Isela Vega, que en paz descanse, que le ayudara a acomodar, a arreglar todos esos vídeos personales de su vida, y le pagaba Isela 80 dólares diarios, se lo digo porque yo me iba a pasar con él temporadas ahí a Las Vegas, y me acercaba con Isela porque me interesaba mucho conocer esos vídeos. Casi no sale de nada, más bien para mí –y- este vídeo fue un argumento para Iván, pues limpiar un poco su nombre al respecto, señala.
Silvia relató en entrevista exclusiva para Quadratín, que la directora del documental, la buscó antes del estreno: quería grabar en la Casa de la Lerdo, donde trabajó la señora Victoria, mamá de Juan Gabriel, ese espacio donde compuso decenas de canciones, principalmente en el baño, en la mítica tina que está en su interior, pero no se le permitió su participación, sostiene Urquidi.
La crónica de Silvia Urquidi no se detiene ahí. Asegura que el documental ignora los años más duros. Ella misma fue demandada dos veces derivado de conflictos por que siempre defendió a Alberto, una de ella en 2002, que ganó al entonces exmanager del artista.
Lo que se vivió en cuanto a impuestos y hacienda
En lo que más yo estoy empapada es en lo de Hacienda, entonces al ver yo el documental y que aparecieran todas las personas que están narrando, pues son las que más daños le hicieron a Alberto en su vida.
Y sobre todo, algo muy fuerte que yo siempre lo he dicho y es parte de lo que quiero limpiar su nombre, porque no era Alberto.
Sabemos que a nadie nos gusta pagar al fisco, pero menos a él, y si se lo digo es porque a mí me tocó y él me discutía mucho que Brasil no les cobraba el fisco a los artistas porque llegaban a alegría a su gente. Yo le hacía ver otras circunstancias, pero era su manera de pensar, y así se lo quiso vender al licenciado Labastida, que era donde los dos estuvimos juntos apoyándolo.
Pero quienes tenían la responsabilidad de pagar sus impuestos eran sus mismos administradores. Un artista, un compositor no tiene tiempo, y menos Alberto de andar viendo quién paga.
Todo empezó con una deuda heredada por una de sus administradoras, María de la Paz. Él daba poderes como si fueran cartas de baraja, y así perdió el control de todo, deja entrever.
Esos 11 millones nunca se pagaron, y se vino la deuda ante Hacienda que llegó hasta los más de 100 millones de pesos de multas y recargos, este monto fue negociado por Urquidi en las últimas instancias ante la Secretaría de Hacienda
Otra discrepancia del documental es cuando Jesús Salas, comenta que él estuvo presente, pero jamás participó en los temas de Hacienda.
Hay amigos Leales a Alberto que aparecen en el documental, como Enrique Okamura y Darío de León, todos los demás narradores Alberto perdió la amistad con ellos, enfatiza.
«Como no mencionar a alguien muy importante en la vida de Alberto y mía; Paquito Fernández, quien igual que Okamura y Darío de León, fue junto con su mamá doña «Csrnencita», una mamá para Alberto y Paquito un hermano para Alberto Juan Gabriel, quien también es un narrador en documental, refiere.
«Darío de León, Okamura y Paquito fueron los ángeles en la tierra de Alberto Juan Gabriel».
A la mamá de Paquito, todos le decíamos «Csrnencita», pues así le decía Alberto, su nombre era Carmen y era venezolana pero siempre estuvieron al lado de Alberto y mía también.
Por otro lado, sostiene algo muy personal del artista: “Me reclamaba que no estuviera a su lado todo el tiempo. Pero yo tenía una vida, una familia, hijas que sacar adelante”.
Mientras habla, su voz se quiebra levemente al recordar lo que considera una de las mayores heridas de Juan Gabriel: el cierre de la Casa Hogar Semjase, en Ciudad Juárez, un proyecto educativo y musical que el cantante sostenía con 25 mil dólares mensuales, pero no se aplicaban. Juan Gabriel abrió Semjase en 1987.
“Alejandra no lo aplicaba, y es cuando él cierra esa casa que perdió, pienso yo, en lo personal, mucho Juárez, la ciudad que él tanto quiso, en esta escuela que les daba educación y música que le interesaba mucho a Alberto, porque él había sido un niño que necesitaba y vivió ese tipo de situaciones.
Entonces, para mí, este documental esperaba más de lo que existen en esos, si es que todavía los conservaban, todos esos videos que Alberto hizo de su larga vida, que hasta el último momento a mí me sorprendía, porque si andábamos en algún lugar, llegaba el camarógrafo y era enfocarnos y estábamos en un salón de belleza, porque a mí me pasó. Entonces, a veces me le andaba ocultando, porque no quería que me grabaran.
Hoy, Silvia trabaja en un libro inconcluso que, promete, revelará la verdad detrás del mito. “Él mismo me pidió que lo escribiera, pero le decía: ‘¿por qué no lo haces tú, Alberto?’. Me respondió: ‘no es correcto que yo hable de mí mismo’. Y tenía razón. Pero ahora siento que es mi deber. Tengo que contar lo que sé y limpiar su nombre”.
A lo largo de la charla, Urquidi recuerda con nostalgia a dos figuras -Lola Beltrán y Juan Gabriel- marcó su vida para siempre. “Por algo la vida me llevó hacia ellos”, reflexiona. “Me confiaron su amistad, sus alegrías y sus tristezas. Y ahora, antes de irme de este mundo, siento que les debo la verdad. Contar sus batallas, sus dolores, y dejar limpio el nombre de Juan Gabriel”.
