Los altos cobros por extorsión a productores, prestadores de servicios, comerciantes, restaurantes etc., en muchas entidades del país, están cultivando una rebelión que permanece aún latente, pero que debiera empujar con urgencia al gobierno para instrumentar una lucha específica y permanente contra este mal que lacera a millones de personas, y que debe ser distinta de la que se utiliza contra los grupos históricos de distribución y venta de sustancias ilegales.
No son lo mismo, ni son los mismos. Los que mataron a Carlos Manzo son delincuentes comunes que extorsionan parejo a ciudadanos y productores de todo tipo de bienes y servicios.
Con ellos la lucha es diferente, es cuerpo a cuerpo, porque están extorsionando o aplicando cobros de piso a cada restaurante, a cada negocio, a cada rancho y cada fábrica.
El Estado los ha venido tratado igual a que a otros grupos, pero es una lucha equivocada, porque los grupos que proveen a los adictos no se meten con la población, ni lastiman al turismo, ni a los comerciantes; tampoco a los productores.
Si el gobierno no entiende la diferencia entre estos grupos y los atora de diferente manera, no podrán detener a la gente, como hace días en Uruapan, y que no prendió más allá porque la esposa de Manzo aceptó a regañadientes relevar al esposo en la presidencia municipal.
imagine si ella dice que no, que la lucha del movimiento del sombrero se queda en la calle…. ¿Cómo estaría ahora Michoacán? En llamas.
Los delincuentes tradicionales no calientan plazas nomas porque si; cuidan los suyo y logran, en muchas ocasiones, convivir con la población. Todo es cosa de pintar su raya y entendidos.
Si Morena quiere permanecer en el poder, tendrá que hallar la forma de acabar con la extorsión que tanto lacera al país.
Lo otro.. ni le busquen: siempre va a estar ahí. Hay mucha gente que colapsaría sistemas de salud completos si no llega lo que necesitan.