Con el perdón de mi único lector, que puedo ser yo mismo, hoy apoyaré un proyecto sin interés alguno. Lo haré porque México necesita cambiar, y porque lo he seguido desde que anunció su aspiración, no lo conozco, pero por alguna razón me despierta confianza. Así que con permiso. Esto es Sota, Caballo y Rey.
“Con PRI o sin PRI voy por la Alianza”, dijo ayer al que tiempo que cumplía 60 años de vida, Enrique De La Madrid Cordero, quien aspira a ser el candidato a la presidencia por los partidos de oposición. Su decisión es firme, al igual que sólida me parece su formación profesional y política. Es un hombre pleno, exitoso y lleno de capacidades y experiencia que le han permitido formar un diario de vida envidiable. Ha trabajado con gobierno de distintos colores y sus resultados lo presentan ante la sociedad mejor que nadie. La ausencia de candidatos con carácter y decisión, con una clara visión del futuro, certeza y seguridad en el rumbo a seguir para lograr ese México que debiéramos ser, esa claridad de pensamiento hace posible para Enrique su aspiración de ser abanderado por los diferentes partidos que hasta hoy, no han podido coincidir alrededor de una persona que les dé unidad y la seguridad de un gobierno de coalición que distribuya con equidad proporcional las posiciones de gobierno, para trabajar juntos por el futuro de México. Esa confianza que se necesita para coincidir todos, la ofrece porque la tiene, Enrique. Tiempo habrá para que los partidos retomen sus programas de acción, porque por ahora la consigna es ir juntos con una figura que garantice la transición a un plano de concordia que nos permita regresar a las competencias políticas naturales. Enrique tiene el talante, la experiencia y la hombría de bien para ser esa garantía que les provea la confianza para transitar de este autoritarismo a un espacio democrático político y parejo para todos con órganos electorales que den certeza a las elecciones. Se necesita cambiar o modificar el sistema político que ya dio todo, y que cansado y agotado requiere de una renovación entre todos; es decir, es una de las principales tareas de un gobierno de coalición, sin ventajas para nadie, con visión de estado, para que que ya después sea posible competir con sano debate, confrontar las ideas y plantear a la sociedad alternativas para que elijan libremente el camino que México necesita para ser el gran país que podemos y debemos ser y al que hemos retrasado por caudillismos y malos gobiernos. Enrique levanta la mano.