Los innombrables

Jaime Herrera, en los primeros años de este Siglo XXI, se jubiló de los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura, FIRA. Hoy en día, FIRA es un banco de fomento. En fin, Jaime Herrera Corral libró las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASE) en su carácter de Residente Regional de FIRA, donde le encontraron manejos irregulares. Todo lo hizo fiel a su estilo: culpar a otros, y así se escabulló  de potenciales delitos, que pudieron o debían acreditarle. Luego logró jubilarse y cual hijo pródigo, vino a casa. Ya era de recursos, pero su idea de enriquecerse más, sin importar los medios, seguía firme. Jaime Herrera Corral, entró a Unión Progreso, y le iba muy bien, y lo estaba, pero no resistió las tentaciones y de ahí, con una tramposa licencia o permiso, de sus patrones, aceptó ser Secretario de Hacienda.

Ahora dice que, luego de un tiempo, cuando supo de todas las corruptelas, fue forzado con amenazas de muerte a seguir como Secretario de Hacienda. ¿Cómo creerle? Si los testimonios de quienes lo trataron confirman su orgullo y soberbia en ese puesto. Acaso Jaime olvida?, o cree, ¿Que su forma déspota de tratar a quienes lo tenían que ver, serán cómplices de su falso olvido? ¿Olvidó su cínica sonrisita de gozo diabólico cuando negaba recursos a  instituciones autónomas? La ley le obligaba a pasar al congreso, sin tocar, ese presupuesto. No le importó. ¿Olvidó como lo destrozaba y disminuía sin ser su facultad? Pues sepa que los afectados no, porque eran recursos indispensables. Lo que no debe olvidar es a quienes le sostuvieron la mirada y siempre le dijeron en la cara sus verdades y prefirieron despedir a inocentes que rogar y arrodillarse. Ese dolor de sacrificar a empleados inocentes lastima todos los días. A puñaladas iguales, llorar es cobardía. Jaime ya venía con la traición fraguada contra quienes primero le dieron su confianza y cometieron el error de ofrecerle un trabajo, Unión Progreso, donde extendía plazos y permisos para estar en el gobierno, sabiendo que había conflicto de interés, pero quería apoderarse de todo. Cuando el fracaso fue evidente, rumiando la frustración sigue denostando a quienes sólo le tendieron la mano y le dieron la generosa oportunidad de superarse. Él mismo, nadie lo buscó, sólo fue y pidió a la gente del Nefasto Corral que le dieran oportunidad de ayudar a la “Justicia para Chihuahua”. En castellano: ofreció sus servicios como traidor; fiel a su estilo, o a su ADN, y el inocente, se graba a sí mismo, y se echa solito la tierra encima, cuando trata o pretende desmentir las llamadas que le hizo a Jauregui, tratando de jugar a dos bandas. Le salió el tiro por la culata. Pero siguió declarando mentiras que otros redactaban y él firmaba sin leer, con tal de que otros fueran al paredón y él estar a salvo. Algo tienes, tonto no eres, y lo que sea que tengas te mantiene libre, pero no hay prisa. El karma es lento, pero no pierde nunca, llega a su tiempo, y jamás pierde su elegancia, y ahora también abraza a tus compinches, más a los que se rompieron y un poco menos a los que usaste porque sabías de sus miedos para que firmaran, como tú, lo que otros escribieron por orden de Corral. Son una lista muy selecta, que encabezas Jaime. Hoy algunos siguen ahí creyendo que fue valor civil, pero la traición no admite disfraz ni cambio de nombre. Y aspiran a seguir como si nada colgados del erario, agazapados, unos tienen empleo, y hasta sienten derecho de escalar, aunque a diario viven el tormento del rechazo de los amigos a quienes no pueden ver a los ojos.

Debe ser terrible vivir así. Que quede claro algo Jaime: La vida imparte justicia.

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