Lo que hizo Alejandro Moreno es sospechoso, porque la misma unanimidad lo es. Esa sentencia es clara; las unanimidades son sospechosas porque no existen, pero las maniobras y engaños sí, de ahí que Alejandro aprendió mañas y trucos o se las arregló para poner en el consejo a sus aliados, cosa imposible, nadie podría tener a tanta gente controlada como parece. Algo turbio tiene que haber detrás de ese cambio para alargar su mandato en el PRI. Y no puede ser otra cosa que un arreglo con quien tenga verdadero poder para convencer a tantos de votar el epitafio de ese partido. Alito acaba de clavar el último clavo al ataúd que necesitará un partido muerto; pero que está renaciendo con otro nombre y otro color, con las prácticas de antaño que tanto daño causaron al país. Se qué hay quienes defienden lo bueno que se hizo; las instituciones, bla, bla, pero en el balance México se ha pasado su vida como País, con todas sus generaciones jugando a una perinola en la que siempre cae “todos ponen” y para los que han tenido la oportunidad de gobernar el juego les cae “toma todo”. Triste la historia de nuestro país que tiene todo para ser uno de los mejores del mundo y no ha podido lograrlo por dls únicas razones: La primera; los malos o pésimos gobiernos, la segunda; la falta de identidad entre los mexicanos que impide la unidad social. Reconocer que somos distintos en el sur a los Norte y del este y el oeste no es difícil. Pero saber que es la razón de la carencia de un orgullo de pertenencia que propiciaría una sociedad unida, sí es de suyo difícil, tan es así, que sólo nos sentimos muy mexicanos y lo lloramos cuando estamos lejos de él. Estando aquí, cada quien a lo suyo, por eso nos va como nos va. Alito representa bien el estereotipo de todos los que han hecho del abuso, su modus vivendi, y del que México es objeto, desde que existe.