Alejandro Moreno, Alito, el campechano que ha pisoteado los estatutos, declaración de principios y programa de acción de su, otrora partido, que le dio todo, y que al llegar a ser su dirigente, Le paga quitándole todo. El PRI de hoy ya no parece ni un partido o una institución pública, el sólo hecho de mencionar a su dirigente provoca repulsión, enojo y la gente profiere epítetos denostativos en contra del PRI y de Alito y más todavía, de su dirigente. Los pretendidos cambios, votados en unanimidad para ampliar su mandato casi cinco meses después de agosto de 2023, serán una llamarada que el TEPJF apague de un sonoro soplido. Bastaría mencionar que es una pretensión en favor de sí mismo, lo que la convierte en inmoral, violatoria del proceso democrático al interior del instituto político e ilegal, al vulnerar los derechos políticos de su militancia. Un cínico depravado que al igual que las madonas de las casas non santas, vendía posiciones políticas, para asegurar lealtades inmorales e ilegales, que han destruido a ese partido y ahora amenaza, con los pretendidos cambios, hechos por sorpresa o mediante un albazo terminar con lo que queda del instituto político. alito (con minúscula) va por pingües e inmorales limosnas al mercado podrido capaz de absorberlo y absolverlo; Morena, el partido pleco, pletórico de pobredumbre, en el más pútrido ambiente político, cuyas prácticas son propias del sátrapa trepador y traidor que busca saturar sus bolsillos en detrimento de las prerrogativas y de cuotas que esquilma a quienes antes favoreció. alito olvidó que la unanimidad no existe, por lo que la sospecha es consecuencia.
La demanda de hechos sería suficiente ante el TEPJF para echar abajo la pretensión de extender mandato en beneficio propio. Sin embargo, habría que sustentarla también en el orden jurídico para no dejar rendija.