Hay una novela “Padres e Hijos” De Iván Turguénev en la cual escribió que: “el nihilista es la persona que no se inclina ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio como artículo de fe”, en el sentido de persona crítica con todo lo que le rodea.
Esta doctrina filosófica es útil para tratar de entender la falta de continuidad en los desarrollos o las obras de una autoridad con la que le sucede. En cualquier orden de gobierno lo hemos vivido. Así, los mexicanos hemos entendido que cada quien quiere ser el mejor y tratar de hacer cosas diferentes a la de su antecesor, incluso dejando inconcluso lo no terminado por la autoridad anterior. Esto lo habíamos asimilado y estaba en la práctica casi normalizado por la sociedad, pero nunca nos había tocado un extremo, como ahora, y menos tan obvio, de que para ser diferente a sus antecesores hay que destruir, acabar, derrumbar y colapsar todo lo construido o logrado. Cómo entender que se destruya el sistema de salud, que se dañe y menoscabe el sistema educativo, que haya demolido un aeropuerto, por capricho, que no haya Fonden, para desastres naturales, ni exista más el Fondo para enfermedades catastróficas de los humildes, que los fideicomisos ya no existan, ni el dinero que había en ellos, ni fondo de estabilización tributaria, por eso ofrecieron CETES a 28 días con el 10.7% porque no hay ingresos suficientes en Hacienda, tampoco tenemos una policía civil, ni los apoyos a Estados y Municipios para ayudar a fortalecer la Seguridad Pública, ni los apoyos diversos que mezclaban recursos. El actual presidente llevó el nihilismo al extremo más exacerbado al creer que para ser mejor tenía que destruir TODO lo que había. Lo único que falta es que diga que también mandará a Dios como a las instituciones… en la creencia, si fuera el caso, (ojalá y no) de que crea que “la vida no tiene sentido, de que no existe una deidad, puesto que la naturaleza y el universo son indiferentes con el ser humano, sus valores y su sufrimiento, de que no existe un fin último teleológico ( la atribución de una finalidad, u objetivo, a procesos concretos), en presencia de un orden divino toda vez que Dios ha muerto, de que no hay una verdad absoluta y de que la realidad es aparente”.”**
** consultas