Lo dicho, ni la ONU ni la CIDH Comisión Interamericana de Derechos Humanos dejarán pasar esta tragedia que se acredita al gobierno de México por morir 40 migrantes en su custodia y bajo su responsabilidad en un incendio.
Si bien fue provocado por ellos mismos al protestar por las condiciones en que estaban bajo custodia, ninguno de los agentes de seguridad privada, contratados por el Instituto Nacional de Migración y sus propios agentes, hicieron nada para salvarlos de esa horrible muerte, cuando era tan sencillo haber abierto un simple candado, que era la diferencia entre vivir y morir quemados o sofocados por el humo de los colchones prendidos.
Se dice que un Contra Almirante, jefe de la institución en la ciudad dio la orden de no abrir bajo ninguna circunstancia ese candado.
La falta de criterio o la insensibilidad al obedecer esa descabellada orden fue la causa de su muerte.
En México, las autoridades se han estado echando la bolita unos a otros en las altas esferas del gobierno, sin que ello se traduzca en alguna explicación, atención a familiares y sólo se han concretado a la atención de los heridos.
Ahora la ONU exige la investigación independiente, que deja en claro que no se confían a lo que diga el gobierno.