Antonio Enrique Tarín García ocupó la celda de 2×3 metros en el Cereso de San Guillermo, Municipio de Aquiles Serdán, Chihuahua, donde fue recluido, luego de ser detenido el 7 de mayo de 2017, acusado de peculado.
4 años, 7 meses, 13 días lo traumatizaron, deprimieron, abusos desmedidos contra su familia cercana y extendida, hasta que le robaron su ánimo de vivir.
Desde su captura, fue agredido, torturado, aislado. Ahí, en el mínimo espacio, añoraba ver a su hija y a su esposa, a la vez que lloraba por el sufrimiento que por quebrarlo y obligarlo a aceptar culpas ajenas estaban pasando todos sus seres amados.
La consigna era obligarlo a declarar en contra de César Duarte y aceptar lo que le dijeran que hizo, por ajeno que fuera, a las tareas desempeñadas en aquel gobierno.
La saña no tenía límite, incluso, el día que nació su hija le endilgaron, como regalo, otro proceso, había que desmoralizarlo, no importaba el método ni el daño extendido a la familia.
La sociedad es cruel ante el engaño de un gobernador sociópata, que propicia el repudio y la calumnia que alcanzaron a todos los de su estirpe. Esposa, padres, suegros, hermanos, cuñados… Todos fueron afectados cruelmente por ese personaje oscuro, vil y depravado que lo perseguía desde lo más alto del poder.
Despacio, crueles, persistentes, hasta que le robaron su vida. Ya no tenía nada, lo habían destrozado todo, hasta humillarlo ante sus seres amados. Javier Corral lo mató en vida. Cuando se aventó del puente, él ya era un muerto en vida. Javier pasea impune, pero debe, y debe mucho.
Tavo Acosta, Carlos Hermosillo, el intento (por fortuna no pasó) de Javier Garfio, Lázaro López y Toño Tarín… Contando…