Cada quien en su lucha. Cada quien se concentra en sobrevivir o en su trabajo; actividades o lucha por los recursos que necesita para su familia. Nadie se preocupa por los demás. El tiempo se va en lo que se hace para tener por lo menos lo indispensable.
Eso hace la mayoría que son los que menos tienen. Otros más afortunados, no se ocupan de la suerte ajena, ignoran los cinturones de miseria a su alrededor; más bien acumulan lo que pueden y se vuelven acomodaticios y aprenden a convivir con los poderosos.
¿Las elecciones? ¡A quien le importan! Unos y otros piensan que todos son iguales, que gane el que sea, de todos modos seguiremos igual que siempre, pagando impuestos y mordidas, o los más fregados con su despensa y ahora con pensión y becas venden el voto, aunque muchos ni siquiera van a votar.
Los indígenas son forzados a vender su voto. De la sociedad nadie quiere perder su tiempo y se van de descanso o se quedan en casa. La mayoría de los mexicanos no votan porque creen que no sirve de nada, pero ignoran que si votaran, serían los ganadores.
En 2018 fueron 37 millones los que no votaron. Si el abstencionismo pudiera gobernar sería Presidente, pero no se puede, así que la única manera es a través de los partidos que no complacen a nadie, pero ahora lo importante es salvarnos de ir a comer a los basureros como lo hacen en Venezuela; o de ser expulsados del país como en Nicaragua; o a vivir en la extrema pobreza como en Bolivia y Argentina.
Con AMLO es lo que nos espera, y sólo hay una oportunidad y es en 2024, sin dejar Coahuila y EdoMex en 2023.
Usted decide.