Guadalupe Victoria sabía que el país estaba en bancarrota, pero aún así logró gobernar los 4 años y realizar acciones destacadas sin repartir culpas, ni refiriendo todo al pasado.
Él sabía a lo que se enfrentaba y lo hizo con ideales, principios y rectitud.
Gobernó del 10 de octubre de 1824 al 31 de marzo de 1829.
El apoyo de préstamos ingleses le ayudó para iniciar la organización de un país en ruinas, devastado por los años de guerra, con un pueblo sin escuela, sin más sueños que poder comer, no tenían aspiraciones. Los primeros dos años se dieron en una relativa paz, y el país parecía tomar forma, pero por más esfuerzos de entrar en orden, la economía y la recaudación de impuestos no se regularizaron como esperaba.
Los recursos se orientaban a lo ilegal, a la costumbre del contrabando y a no pagar impuestos. Era necesario organizar Entidades y Municipios para que funcionara, pero la lucha entre republicanos y centralistas impedía los avances.
Los problemas crecieron pero el Presidente Victoria nunca cambió sus ideas ni su concepción de independencia. Pretendía organizar el Estado nacional apegado a los intereses del pueblo para instaurar una república representativa, popular y federal, con poderes autónomos, conformada por estados libres y soberanos.
Era su sueño y el de muchos, aunque no del pueblo, pues no existía una sociedad que pudiera considerarse como tal. Eran los más ricos, por abolengo o por otra razón, pero una minoría, que se imponían pero luchaban en esos dos bandos.
Aún así, Guadalupe Victoria fue capaz de crear la Marina Militar y la Mercante, y pudo lograr intercambio comercial con otros países. Se le acredita la derrota a los españoles en el intento de reconquista de 1825, donde esa Marina Armada se destacó. Las traiciones históricas y las asonadas de militares se fueron fraguando a espaldas del Caudillo y aunque, como se dijo, terminó su período, a su término, siguió un desfile vergonzoso de traiciones y ejecuciones que condujeron al caos y al desorden con 9 presidentes y dos triunviratos en 7 años, para sellar el sucio estilo de la política mexicana y a que germinara la semilla de la desgracia de nuestro pueblo.
Nunca nos recuperaríamos.
Mañana continuará.