Miguel Alemán Valdés, abogado, empresario y político, presidente de México de 1946 a 1952.
Ganó, pero el escándalo de fraude electoral fue mayúsculo. Aún así, tomó posesión como presidente.
En su sexenio, las manifestaciones obreras fueron reprimidas por la fuerza pública, y tenían su origen en el salario escaso y bajo junto con la corrupción sindical, pues el gobierno imponía líderes “charros” ilegales. Miguel Alemán siguió la política anti-comunista de Estados Unidos, y hasta creó un comité de actividades anti-comunistas, para hostigar a intelectuales y políticos de filiación marxista.
Alemán nunca dejó de hacer negocios y se convirtió en uno de los más ricos de México.
Además, según el historiador, Enrique Florescano Mayet, el régimen de Alemán dejó que la corrupción se generalizara en la sociedad y en las instituciones educativas.
Francisco Cruz Jiménez, en su libro “Los juniors del poder”, afirma que el tráfico de droga se “institucionalizó” en su gobierno. En 1947 ordenó la creación de la criminal y fatídica Dirección Federal de Seguridad (D.F.S.) adscrita a la Secretaría de Gobernación, cuya tarea era vigilar.
Pero la usaban en todo lo sucio del gobierno. También modificó el artículo 27 constitucional, para autorizar que los terratenientes incrementaran su patrimonio.
La deuda externa se incrementó a 346 millones de dólares. El peso se devaluó hasta 8.65 por dólar. Alemán terminó de 52 años.
Ruiz Cortines lo dejó en la banca, pero Adolfo López Mateos, le dio la presidencia del Consejo Nacional de Turismo, con lo que viajaba por todo el mundo en calidad de promotor del turismo. Conservó ese empleo por 25 años, hasta el día de su muerte.
Ya en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, el descaro de la corrupción está vivo en la riqueza de los Alemán, cuando el original viene de la pobreza, ahora hay riqueza para las generaciones venideras de ese apellido.
Esa corrupción que no se va, que tiene a México en la ruina. Corrupción presente, y creciendo día a día.