La Maldición gitana de los gobiernos en sus tres órdenes de autoridad, es la seguridad, que va de la mano con la corrupción.
El fracaso de todos es comprensible, por varios factores, pero sin duda, el más importante es la corrupción.
El poder económico de los grupos organizados es tan grande que se hace irresistible para las policías.
Y lo más importante es que supera las policías y llega a las esferas más altas de la autoridad.
Revertir es más difícil que repartir. El gran error de la mayoría de las autoridades es que no reparten y cuando se ven en problemas quieren revertir y se topan con pared. Entender que no se acabará nunca no es difícil; aprender a administrarlo es lo difícil, porque luego se creen más listos que los que pagan.
Todo gobernante debería saber que eso no se acabará nunca y que más vale que no se meta, pero que debe tener quién le ayude a repartir para tener en paz la plaza, sea municipal, estatal o federal.