La migración está metiendo en crisis a los países que expulsan; a los que usan de paso, y al que quieren llegar.
Los primeros porque no dan su brazo a torcer y piensan que entre menos burros más olotes.
Los de paso esquilman a los pobres migrantes y se los mandan encuerados a los municipios de la frontera de México y los Estados Unidos.
Los que logran pasar pueden iniciar una nueva vida, pero los más, casi el 80%, son regresamos a sus lugares de origen, a pagar las deudas contraídas para echar la vuelta dioquis.
Los que lograron quedarse, ese 20%, desde aquí manda los pagos para que no les maten a los familiares que se quedaron allá.
Ese problema de migración es tan antiguo como la prostitución y el comercio callejero.
No se acaban, se vive con ellos.