El reflejo de lo oscuro, de Javier Sicilia

FERNANDO MENDOZA J / Exprés

En 2010 en un viaje de Chihuahua a Toluca para terminar en Veracruz, por el paso en el entonces DF, un buen sábado de diciembre, me encontré con el periódico La Razón. Allí conocí a Jorge Traslosheros, a través de su columna semanal. Comencé por escribirle un correo electrónico y ahora somos grandes amigos.

A través de él conocí la revista Conspiratio, fundada, sostenida y dirigida por Javier Sicilia. El tomo en que Rodrigo Guerra y Jorge Traslosheros escriben, que es número 11 de la revista, lo guardo como un gran tesoro, que releo a menudo.

Desde entonces leí a Javier Sicilia, luego lo perseguí en Proceso, y lo seguí a través de sus palabras durante su éxodo, luego que manos criminales asesinaron a su hijo en Cuernavaca.

Debo confesar que la poesía me cuesta leerla y la rehúyo constantemente. Por ello, a Javier Sicilia me lo encontraba en sus textos en prosa de Conspiratio y Proceso, y no a través de sus versos sentidos.

Así que cuando en la librería Infinito, de Willy y Lili, me topé con El reflejo de lo oscuro no dudé ningún instante.

Este bellísimo texto “es una meditación sobre la vida de Jacques Fesh, sobre el misterio del mal como un camino hacia la redención y sobre el misterio de nuestra libertad”, según reza la contraportada.

Pero es más.

Es una novela de no ficción. Es la reflexión de Fesh, a través de la pluma de Sicilia, que se centra principalmente en los años de cárcel, previos a su condena de pena de muerte. Y es que Fesh es un asesino. O lo fue. O lo es, pero redimido. ¿Es que acaso nosotros no podemos ser condenados por asesinato del amor, del consuelo, de la caridad y quizás sin oportunidad de remisión porque no somos conscientes de nuestros pecados?

Fesh asesina a un policía. Es aprehendido. Es condenado a la pena capital. Pero consciente de su pecado, y abandonado de todo y de todos, termina por alcanzar la remisión de sus males. Y entonces, cambia radicalmente su vida. La vida que tiene en la cárcel, la vida que le queda, la vida interior que puede vivir en libertad.

En la vida real, Jacques Fesh escribe un diario, que espera sea leído por su hija. En El reflejo de lo oscuro, Sicilia transita entre párrafos extraordinarios que reflejan una gran espiritualidad del redimido y sus propias reflexiones. Entonces, el libro en cuestión adquiere una indudable riqueza. No solo es la profundidad del pensamiento de Fesh, sino también la riqueza del poeta convertido en Jacques.

En esos ires y venires, queda este magnífico párrafo: “Dios… no puede mirar mi ejecución ni la de nadie como una gracia que le es dada y que tengo que sufrir pasivamente. Dios aprovecha incluso el mal y el odio de los hombres para otorgarme la bienaventuranza eterna”. ¿Quién lo escribió? ¿Fesh o Sicilia? No importa. La reflexión en torno a una vida perdida, que es hallada por el Divino y es llevada hasta la cúspide no tiene autor y se queda como patrimonio espiritual.

Es un texto para la reflexión a torno a la esperanza. Nadie muere del todo, luego de una locura. Todos estamos llamados a una vida nueva, más allá de nuestros actos.

En el pináculo de la profundidad reflexiva, ahora sí Fesh se atreve a desafiar a Cristo quien nos aseguró que nadie sabe ni el día y la hora… “En cinco hora veré a Jesús”, afirma Jacques.

Si estamos seguros que la cárcel no redime a nadie, seguro que después de la lectura de El reflejo de lo oscuro, de Javier Sicilia, podemos comenzar a dudar.

Por cierto, dos últimas verdades. Una, Fesch está en vías de beatificación. Y dos, Conspiratio está en circulación nuevamente, ahora en conspiratio.mx

Nos leemos la próxima semana. Mientras tanto, hay vida.

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