Realidad obvia, pero difícil de aceptar

La realidad de México es tan obvia que nadie la ve. Los pobres son invisibles, los indígenas son vistos por todos a diario pero nadie registra en su mente: acabo de ver un indígena.

Los cinturones de miseria en todos los centros citadinos son visitados solo por quienes viven ahí, los demás no pasan y si llegan a pasar, no registran en su mente: acabo de pasar por un cinturón de miseria.

¿Por qué no nos importa? ¿O si nos importa?

Creo que estamos tan inmersos en lo nuestro que pareciera que vivimos como ermitaños que interactuamos con quienes necesita de momento y de vuelta a nuestro mundo.

Una forma de ausencia con presencia.

¿Cómo resolver esa necesaria concentración en lo que te importa para que todos veamos lo que nos importa a todos? 

Está muy difícil el dilema. La verdad es que a nadie le interesa nada que no sea lo propio o lo de su negocio.

Lo que no vemos es que si no vemos lo de todos también llegará el momento en que nos perjudique y será muy tarde.

No sé cómo, pero hay que despertar a 40 de cada 100 mexicanos.

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